lunes, 21 de mayo de 2012

La extraña fruta de Billie

Los árboles sureños dan extrañas frutas, decía este poema de Abel Meeropol (o Lewis Allan, como él firmaba), un judío comunista que -una noche del 39, en el Society de Nueva York- lo puso en la garganta triste de Billie Holiday. Es posible que sólo esta niña de un gueto de Baltimore, prostituta antes que fraile de voces, rehén de la heroína y el alcohol, es posible que sólo Billie pudiera transmitir al mundo la imagen sonora de esos negros balanceándose por las ramas del racismo. Doce versos que cuelgo, en original y traducidos, junto a algunas versiones vocales:

http://megustaestamusica.wordpress.com/2009/07/21/strange-fruit-billie-holiday/

http://www.youtube.com/results?hl=es&cp=9&gs_id=y&xhr=t&q=strange+fruit&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.,cf.osb&biw=1280&bih=657&wrapid=tljp1337578216590016&um=1&ie=UTF-8&sa=N&tab=w1&gl=ES




Strange Fruit, un texto diferente para una mujer diferente. Años después, el poeta colombiano Jaramillo dedicaría a la cantante estos otros versos, bajo el mismo título de su biografía Lady sings the blues.  Palabras tristes, cómo no, para Lady Day, el ángel de Harlem.



Gorrión triste que anida entre el piano y el humo, esta garganta
inventa la sustancia más oscura de la noche.
Revelación de lo que existe detrás de la ingrávida tiniebla de
los predestinados,
carne inútil e intensa como este canto de embriaguez,
lámpara votiva de las alucinaciones, luna sembrada de alcohol,
muchacha que flota, muchacha que vuela, alambre vivo,
ella nombra el sustrato profundo de los cuerpos,
aguja que teje un sol líquido a la sangre,
oh baby,
quiero dormir.

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