sábado, 3 de noviembre de 2012

Navegador para orientarse en la rutina


             Atrévete un día a sazonar la ensalada con colacao. Prueba a bajar del autobús en cualquier parada diferente. Siéntate en los bordillos a ver las bragas de la vida cuando pasa. Lee el libro y sueña que el autor, escondido en la página trece, te está hablando únicamente a ti. Come sopa con los dedos y límpialos después en la chaqueta del uniforme de brigadier apolillado en tu memoria.
              Atrévete a imaginar que nada importa nada. O todo, todo. Observa el giro del sol hacia el sur de las conciencias oxidadas. Bebe los restos de vasos ajenos sobre el mostrador chorreante de dicha. Quema el poema que no te arañe el hígado. Empieza a intuir que sólo hay una mentira, tan inmensa que no la llegas a ver, que vives dentro de ella. Atrévete a romper. Atrévete.
              Has llegado a destino. Ahora, mientras saludas y fichas tu entrada en la oficina, recuerda que por un momento te atreviste… Por algo se empieza.

6 comentarios:

  1. Pues, sí, a veces, habría que echarle más descaro y desparpajo a la vida. Oye,me encanta la foto tuya de niño; muy guapo, con aire de soñador y poeta... ¡Buen fin de semana!

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  2. Habrá que hacerlo. Buen modo de sentirse vivo

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  3. "Quema el poema que no te arañe el hígado"
    ¡Qué expresión más acertada! ¡Cuánto hay que echar a la papelera! y nos empeñamos en guardarlo como "oro en paño" aún sabiendo que nos nos transmite nada de nada. a mí, un poema me araña el hígado cuando se me pone la piel de gallina y el corazón se ensancha! Entonces sé que ha merecido la pena sentarme y escribir.

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  4. Es un buen navegador el tuyo. Me ha gustado mucho ese intento para derrotar a la rutina. Besos, Amando

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  5. La colacao, NO. Cambiar de parada, a menudo. Las bragas, aun las de la vida, no tienen mucho poder de ilusión para las mujeres. Cualquier libro es escrito sólo para mí. No conozco a ningún brigadier pero puedo poner los dedos en la sopa.
    Y me parece difícil quemar este texto tuyo sin estropear mi ordenador. El resto de consejos los puedo poner en práctica. Por algo se empieza, lo dices tú Amando pero no te cuento aquí mis propios desafíos. Atreverse, lo hacen los niños de la foto, todos los niños.

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  6. El abismo más insalvable es el que se abre en la más estrecha línea. Lo que está lejano puede alcanzarse, pero lo inalcanzable está siempre a un paso.
    El abismo separa no por su anchura, sino por su profundidad. Aparentemente, el otro lado está a la mano, a un pequeño salto.
    Esa es la ambigüedad del abismo. Parte de su fuerza procede de su engañosa estrechez, de la cercanía con que nos ofrece la otra orilla. Podemos verla, imaginarnos en ella, casi tocarla. Un casi que es un infinito. Ésa es su añagaza, pues lo que cuesta, pero vemos cerca, lo dejamos sin realizar, porque pensamos que siempre, en cualquier momento, podremos realizarlo.
    Platón hablaba de un abismo entre el mundo sensible y el inteligible. ¿ Por qué ?, ¿ no indica su imagen de la línea precisamente la continuidad entre ambos ? Ambas cosas no se excluyen, el abismo mantiene la continuidad porque su separación no es longitudinal, sino profunda. Saltar esa fosa supone un esfuerzo especial, y transfigura a la persona.
    Un modo del abismo es la distancia entre pensamiento y acción. El pensamiento, la imaginación, la fantasía, es algo que permite el abismo, a lo que incita el abismo. Pensamos, imaginamos, fantaseamos como si estuvieramos ya en el otro lado. Marginamos en nuestra mente la acción, la damos incluso por supuesta. Y, si nos decidimos a ejecutarla alguna vez, nos damos cuenta entonces de una extraña e invencible resistencia, con la que no habíamos contado. Hay miedo, o hay pereza, y nos traban los pies.
    Me pregunto por qué no saltamos los abismos. Si hay alguna imposibilidad dictada por nuestro destino individual ( entonces " insalvable " o " invencible resistencia " no son exageraciones ) o si se trata, como parace a primera vista, de una elección costosa ( entonces sí lo son ).
    Y también me pregunto por los abismos no saltados nunca. Son las vidas que pudimos vivir y no vivimos, y destilan un dolor especial las noches de insomnio. Cuando alcanzamos lo que amamos con toda el alma ya no seguimos buscando. Creo que, de algún modo, esos abismos son un adelanto de la muerte.

    Un abrazo fuerte.

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