domingo, 25 de noviembre de 2012

Ya no hay que matar a B.

             Todavía vivía aquel general apellidado Franco cuando a algunos barbudos con pantalón de pana nos dió por acudir a ver una película de un director casi desconocido, un tal Jose Luis Borau. La peli en cuestión se llamaba Hay que matar a B., y suponía un cambio de tendencia en el cine español, en línea con el que ya presagiaba la trinidad cinéfila compuesta por Erice, Saura y Querejeta.
           Hay que matar a B. pasó (injustamente, habría que decir) con más pena que gloria, y aún hoy, en las necrológicas del director multifuncional (fallecido este mismo fin de semana, como Tony Leblanc) apenas se recuerda este ejercicio de extraordinaria expresión cinematográfica. No se la encuentra en las páginas de descargas al uso, y solo se puede visionar en una copia de Youtube.
          Un año después, Borau llegaría al gran público con Furtivos. Y vendrían más. Pero no dejó por eso de ser el tipo culto y entrañable que sucedió sin estrépito a Fernan Gómez en la RAE, que ocupó puestos de relevancia en el mundo artístico por votación de sus colegas, que supo escribir cuentos largos en la época de los microrrelatos.
           Hoy, aquel B. está ya muerto. Este otro B., también. De cáncer de garganta. Su obra, y su compromiso, permanecerán. Os cuelgo en enlace a la película.

1 comentario:

  1. Vengo de la mano de Montesdetoledo y no te he querido dejar un comentario hasta no ver la película. Una vez hecho el único homenaje que le puedo hacer al señor Borau, que es disfrutar de sus películas, ahora sí que te saludo y te digo que a mí también me gusta el cine francés.
    Seguiré aprovechando tus recomendaciones.
    Buenas noches y buena suerte.

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