martes, 31 de diciembre de 2013

Con A de Ana (Montojo)

Despedir con la A un año que intentamos sobrevolar,

Ese fracaso que nos sobrevuela,
la sensación de no ir a ningún sitio
donde alguien nos espere,
tu soledad, la mía, los dos solos
cada uno en un mundo lejanísimo.


No son versos ni soledades mías (ya quisiera), sino de Ana Montojo, de su atrevimiento,


Hoy, me atrevo a decir que te han amado
como una ensoñación, como una huida
como la única forma de vivir
o de sobrevivir a la tristeza.




superviviente del sinsentido,


Todo tuvo un sentido cuando entonces,
cuando redecoramos nuestra vida,
cuando nos envolvía
la cálida belleza de los sueños;
pero ya no,
ahora se han secado los geranios
todo lo cubre el polvo y la amargura
nuestras cosas
se han vuelto trastos viejos sin oficio,
inútiles objetos testigos del desastre.
 

Tengo las alas rotas pero voy a volar
sin lastres ni cadenas.


lo cotidiano, ella misma entre ruinas o lodazales, 

Tengo que descubrir entre las ruinas
la esencia de mí misma
no es posible que se haya diluido
en el agua estancada de mis lágrimas.


                             como si mordiera la vida, como si mordiera,

                                         No quiero tener ganas de morirme,
                                               tengo mucho que hacer
                                               para perder el tiempo en victimismos
                                               voy a seguir en pie
                                               con la mirada puesta en un futuro incierto
                                               y enseñando los dientes a la vida.


Ana, a este lado del futuro incierto, mirando (de frente, claro),

Mirar de frente es mucho más cómodo
que mirar de reojo o de costado,
duele menos el cuello y la conciencia
aunque ocurre que a veces
una se queda con el alma al aire
y se muere de frío sin remedio


entre el frío y la muerte de aquellos, de estos, de todos los días...

Porque hay días que no sólo se pierden
sino que matan otros muchos días,
los que vienen más tarde
y ya nacen enfermos de rabia y de tristeza.


Ana Montojo.    http://elhumociegamisojos.blogspot.com.es/




martes, 24 de diciembre de 2013

Era festivo (versión sui-génesis para navidad)


               
            El séptimo día, descansó. Pero resultó ser navidad, y no había fútbol. Aprovechando la dejación divina, se amotinaron en el belén un puñado de figuritas horneadas la víspera y recién maceradas en espumoso. Enarbolaron banderas y acabaron clavando  las astas en el barro, aún informe, de sus compañeros de creación.

      Esa festividad fue declarada por los agnósticos el Diasindiós. Para los antropólogos, sin embargo, significó la dispersión por la tierra del homo sapiens. Ése que canta villancicos mientras se debate entre el dolor ajeno y la resaca.


martes, 17 de diciembre de 2013

Alto en el camino


..te busco porque puede que hayas vuelto
del barniz oxidado de las cosas,
comentan que una vez fuiste feliz
viendo correr la vida en los estadios,
empeñada, quizás, en perder siempre,

me he puesto el alma azul, y si te encuentro,
me sentaré a tu lado, sin besarte
la esquiva soledad que te aureola,


tú dirás que es temprano, que aún hay tiempo
para almorzar mecidos por la ausencia,

luego me acompañarás hasta ese cruce
donde no importan los navegadores,
y me verás partir,
                              bonito encuadre
en tono sepia, el sendero y un hombre
fugitivo, sin sueños ni mochila,
que se aleja de ti, y de tu consuelo,
sabiendo que no va a ninguna parte.

                                                                                 (Fragmento)  
Del poemario Esa vida en blanco y negro

martes, 10 de diciembre de 2013

Asiento trasero

                
                Cuando voy en coche, siempre escojo los asientos traseros. Las nucas en silueta de mis acompañantes me resultan, con diferencia, más apasionantes que los desfiles de árboles alienados, alineados en su monotonía de arcenes. Además, desde mi observatorio puedo evaluar los comentarios y los silencios de los demás, sin que me confunda la impostura de sus gestos. No sé, viajar en las plazas de atrás me produce una sensación de oculto poderío, algo así como asistir a una resonancia de almas ajenas a través de su propio cogote.

         Lo más curioso de esta costumbre es que los otros no se aperciban jamás de este acecho a su desnudez. Desde la soberbia de sus asientos delanteros, miran permanentemente hacia el futuro. Una y otra vez la carretera, esa ficción del porvenir que parece desplegarse ante sus ojos. Para ellos, alguien como yo solo existe en el retrovisor interior, ése al que nadie hace caso. Pobres infelices, ignorantes en viaje hacia la nada, no hay espaldas en sus vidas.
              

martes, 3 de diciembre de 2013

Palabras imposibles


Toda la vida haciendo crucigramas,
perfilando palabras imposibles
en verticales bien uniformadas,
y aún no sabía
como se conjuga el verbo del cariño,

no era capaz, en solo siete letras
de dar gracias al goce de la vida,
o pedir perdón, en la once horizontal,
como un enamorado
masculino, feliz y singular.



Del poemario Esa vida en blanco y negro, premiado en el Certamen Hermanos Caba, de Arroyo de la Luz. Allí compartí, el pasado sábado, velada y cena con Chelo Sierra, Ángel Mario Fernández, y el hondo poeta de Manzanares Manuel Laespada, entre otros. Vaya mi agradecimiento a los arroyanos por sus atenciones y su cariño.