Preguntaste en la zapatería
si tenían algún par de
nostalgias
con tu número exacto,
memorias de las manos, por
ejemplo,
con que tu madre hacía
empanadillas,
podía servir, también,
aquel escalofrío ante una
blusa
entreabierta una tarde de
verano,
paraísos de ginebra
en la tenue penumbra de un
garaje,
las notas de otro examen en
septiembre,
o esas escarpias grises
donde colgabas tus primeros sueños,
quisiste saber también si
aún quedaba
algún resto de serie
para aislar el pavor de tus
talones,
buscabas un calzado,
comentaste,
-ahora que transitabas
un tiempo de rebajas- capaz
de
fundir en el recuerdo
las huellas de tus pasos sin
retorno.
La dependienta caviló un
instante,
convencida sin duda
de encontrar porvenir para
tus pies,
conocía su oficio, era
evidente,
alcanzaste a pensar
mientras volvía, exultante
de vida,
con unos mocasines
que teñían la piel del
horizonte,
los probaste, en silencio,
dispuesto a calzar toda tu
vida
con la horma perfilada del
instante
aquel donde los pies
ya no tuvieran forma,
y por tus
pasos
peregrinase un tiempo hacia
el futuro.
Premio VII Certamen Rodrigo Manrique. Siles, Agosto 2014