domingo, 27 de diciembre de 2015

Versos para el adiós


                                                                       De cuanto era mío, queda esto 
                                                                          (Trimetro yámbico. Sepultura romana, s. II)

De todo cuanto fui, apenas quedan
cenizas y memoria.
Se inmolarán al viento las primeras
hasta fundirse en tierra. Sin embargo,
los recuerdos que en otros
habiten sus rincones de nostalgia,
rescatarán del polvo mi existencia.


Más os dejo que aquello que me llevo
(sé que sabréis cuidarlo).
Al fin y al cabo, amigos, soy quien fui.
En vuestro corazón y en vuestros manos
queda mi historia, luego
de que aventéis mañana tanta ausencia.

                 
                  Versos para el adiós, se llamaba el certamen de Funespaña donde me premiaron hace poco este poema. Tomo prestado el título para la despedida del blog. Han sido casi cuatro años de peregrinaje, en medio de una incertidumbre tirando a apátrida. Es la hora del adiós y ya todo está perdido, nadie vendrá a salvarte, resumía Severino Tormes en su poema titulado, precisamente, El adiós. Quizá me encontréis por ahí, en cualquier callejón (obviamente, sin salida). No, no volvía tarde, ahora lo sé. Ocurre, tan solo, que ya no queda sitio alguno a donde ir.