Noche de verano ante la pantalla de la 2. Música de Morricone y nostalgia de pantalón corto y cine de pueblo. Otra vez la manivela del recuerdo en formato cine, aunque sea en el salón de casa. Otra vez Cinema Paradiso.
Esta vez quise fijarme en el proceso de congelación sentimental de Salvatore, durante su elipsis emocional de treinta añitos. No vuelvas, no escribas, no llames, le ordena Fredo. No, no, no. Posiblemente, la única vacuna que se ha inventado ante la implacable lluvia amarilla del otoño, ante el derribo inexorable de todos los edificios donde transitan los sueños de la infancia adobados en sombra.
Posiblemente. El corazón en invierno. No vuelvas, no escribas, no llames. No sientas. No hables. Ventanas que no se abren, citas a las que nadie asiste, cartas devueltas... Palabras que se pierden, como todas. Tarde o temprano, hablar o estar callado es la misma cosa, Alfredo dixit.