lunes, 26 de noviembre de 2012

Ensayo (fallido) de felicidad


                Definitivamente, musitaste, ser feliz es tan inútil como un guante sin dedos. Acababas de perder, una vez más, el autobús de vuelta. Empezaba a lloviznar sobre los recuerdos, dejando esa pátina resbaladiza donde tanto temías romperte el frágil corazón.
           Fue la última vez que te vi, y recuerdo tu estrafalaria cazadora con  manchas de ilusión y la cremallera rota. Luego sólo supe de ti por los sueltos en prensa, y –no podía ser de otra forma- por el gesto condescendiente de aquellos felices estúpidos que se creían tus amigos.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ya no hay que matar a B.

             Todavía vivía aquel general apellidado Franco cuando a algunos barbudos con pantalón de pana nos dió por acudir a ver una película de un director casi desconocido, un tal Jose Luis Borau. La peli en cuestión se llamaba Hay que matar a B., y suponía un cambio de tendencia en el cine español, en línea con el que ya presagiaba la trinidad cinéfila compuesta por Erice, Saura y Querejeta.
           Hay que matar a B. pasó (injustamente, habría que decir) con más pena que gloria, y aún hoy, en las necrológicas del director multifuncional (fallecido este mismo fin de semana, como Tony Leblanc) apenas se recuerda este ejercicio de extraordinaria expresión cinematográfica. No se la encuentra en las páginas de descargas al uso, y solo se puede visionar en una copia de Youtube.
          Un año después, Borau llegaría al gran público con Furtivos. Y vendrían más. Pero no dejó por eso de ser el tipo culto y entrañable que sucedió sin estrépito a Fernan Gómez en la RAE, que ocupó puestos de relevancia en el mundo artístico por votación de sus colegas, que supo escribir cuentos largos en la época de los microrrelatos.
           Hoy, aquel B. está ya muerto. Este otro B., también. De cáncer de garganta. Su obra, y su compromiso, permanecerán. Os cuelgo en enlace a la película.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Browning en tres dimensiones

Base: Robert Browning, poeta inglés del XIX, pionero del monólogo dramático y todo un  hacha trabajando la prosa poética. Fue referente literario de Eliot y Pound. Curioso fue su matrimonio con la también poeta Elizabeth Barrett, tras un apasionante noviazgo epistolar sin conocerse en persona. El angelito fue capaz de hacer un poema (El anillo y el libro) en 12 tomos y más de veinte mil líneas que, al menos, le aseguró fama y fortuna. 

Altura: La que imprimió a su obra y a su vida la biografía que un imberbe Chesterton le dedicó, comentiendo la alevosía de mostrarle -en contra de su aura de audaz romanticismo- como un individuo normal y apacible. Con ello, el biógrafo pretendía avalar sus teorías sobre el binomio escritor-escritura, y por supuesto, crear polémica.
 
 

Profundidad: Toda la que alcanza La versión Browning, película de Anthony Asquith, donde una traducción del Agamenón efectuada por el poeta inglés, da pie a una impresionante muestra de cine británico. En el marco de un selecto colegio, relaciones humanas, educación, matrimonio, convenciones sociales y emociones (o su ausencia) combinan un cóctel cinematográfico de una enorme, aunque contenida, intensidad. Todo un clásico del cine, absolutamente recomendable.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sonidos del silencio


                                        He terminado preguntándome si el silencio existe (A. Pizarnik)

          Camino del inminente recital, una avería eléctrica arrumbó su coche justo en mitad de aquel páramo, donde no se divisaba pueblo alguno. Era una escena  de carretera secundaria, ocaso lento tras los oteros, y ningún vestigio humano donde aliviar tanto desamparo. Además, como las desventuras esteparias no se presentan solas, tampoco había cobertura para el móvil. Pronto comprendió que esta vez la orquesta tendría que prescindir de su virtuosismo.
          Al cabo de unos minutos, el silencio atronaba sus oídos. Poco a poco, empezó a descifrar sus notas agazapadas en el pentagrama de campos desolados. Le pareció que, después de tantos años de ensayos, había descubierto la sencilla inmensidad de la música. Salió del vehículo y se puso a andar, despacio, sin rumbo definido. Tenía todo el tiempo del mundo, y un palco preferente, para escuchar aquel concierto.

lunes, 19 de noviembre de 2012

El noviembre de Jose Manuel Vivas

Versos otoñales de este excelente poeta extremeño. Noviembre en las palabras, y en los paraguas del amor huido.

En esas ciudades la vi reír y mirarme
 
como si me amara

como si ya no existiera otro lugar a donde ir




Pero se fue un noviembre
en silencio
y llovía como hoy
que es sábado y abril
y el viento de primavera hace un ruido
como de tristeza
como de música
como de noviembre frío y desgastado

(Noviembre, del poemario Cuerpo en ruinas, de Jose Manuel Vivas, finalista del premio Ciudad de Badajoz) 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Para los instantes solemnes


           Puede que también haya vida eterna para los destornilladores planos, pensé mientras estrechaba la mano del subdirector gerente, al que me estaban presentando con obligada ceremonia. Otra vez me pasa, comprobé con desagrado, otra vez.
             Es inevitable, me surgen frases incongruentes en los momentos que exigen comportamientos serios. Está comprobado que los aniones generan bilis en invierno, recuerdo que pensé mientras colocaban a mi hijo mayor la banda de graduado cum laude, la mermelada de arándanos se enrancia en las primaveras húmedas, discurrí mientras aquella danesa alcanzaba el orgasmo bajo mis labios…
            Y como éstas, toda una letanía de gilipolleces en los instantes más delicados. Por otra parte, me voy acostumbrando a ello. Sé que no tiene cura, no me voy a molestar en consultar al siquiatra. Además, ando algo justo de tiempo. Me está rondando por la cabeza un pensamiento rematadamente estúpido, el más delirante y absurdo que me haya asaltado jamás.
            Mi obra maestra. Ideal, ustedes se harán cargo, para la intachable solemnidad de ese ataúd que me aguarda.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Si piangete pupille dolente, proibito per Clemente

             Clemente XI, elegido Papa a los dos meses de ser ordenado sacerdote, podría pasar a la historia como azote de jansenistas, censor del acercamiento cristiano a los cultos orientales, o mosca cojonera para jesuitas y otras órdenes del catolicismo dieciochesco.
           Aquí le traigo por su divina ocurrencia de prohibir la ópera. Hay gente, incluso papas, para todo. Afortunadamente, algunos de sus cardenales burlaron la prohibición disfrazando las piezas operísticas de oratorios, camuflando bajo una presunta temática religiosa, joyas como las que recopiló en 2005 la mezzo Cecilia Bartoli en su selección titulada Opera proibita.
            Os dejo con los doloridos llantos de los discípulos en este aria del Oratorio de Santa Francesca Romana, del genial Caldara. Se recomienda volumen alto. Contraindicado para hipertensos emocionales. Administrar en tantas dosis como se sea capaz de gozar.
 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Violación, a fin de cuentas


               Contemplaste en silencio como se consumaba la violación. El penetrante abrazo, la despiadada soltura de la costumbre al removerse en el cuerpo de ella. Todo fue rápido, como siempre. Luego, algo se desplazó y tú decidiste huir, aprovechando la confusión del momento.
               Ella, la cerradura, no interpuso denuncia alguna. El llavero, ignorante aún de su incierto futuro después de lo sucedido, se tumbó a descansar en  el bolsillo. Y tú, cómplice necesario del hecho, tras comprobar que la puerta estaba completamente cerrada, te alejaste para siempre.
               Los vecinos, que también callarían, te observaban desde las mirillas de sus pisos. Bajabas los escalones sin hacer ruido, como un furtivo. Parecías –tú también- un violador, y quizá lo eras. Del ayer. De tu ayer, abandonado ahora en el pasillo, al otro lado de aquella cerradura.

martes, 13 de noviembre de 2012

De casi todo han pasado veinte años...

          ...menos del nacimiento de Gil de Biedma, acaecido exactamente hace hoy 83. La frase que , coloquialmente, le atribuían sus últimos amigos al poeta,  deja al descubierto ese vaho nihilista que difuminó su última época. También de nosotros mismos han pasado veinte años.
           Viajero esquizoide a ambos lados del espejo, se dividió entre la Barcelona populosa y la rural Nava de la Asunción, entre el empresariado tabaquero (Aute suele contar que el padre del poeta despidió al del cantautor, asalariado en Tabacos de Filipinas) y la poesía social militante, entre los férreos moldes burgueses y el ansia de libertad sexual y vital. Un mínimo lapso temporal, el correspondiente a una ducha urgente, le transportaba en segundos de las madrugadas de Chinchón dulce al despacho y la corbata. Dos vidas, o más, en una, o menos. 
           Envejecer, morir, resultó ser el único argumento de la obra. También comenzar la semana, por ejemplo, un lunes, como el de este poema, tan evocador de esa dualidad laboral y existencial.
 
                      Pero después de todo, no sabemos
                      si las cosas no son mejor así,
                      escasas a propósito... Quizá,
                      quizá tienen razón los días laborables.

                     Tú y yo en este lugar , en esta zona
                     de luz apenas, entre la oficina
                      y la noche que viene, no sabemos.
                     O quizá, simplemente, estamos fatigados.


         Os dejo, por si acaso, un documental de la serie Imprescindibles, de la 2, que nos acerca a los testimonios e imágenes que merodearon a su alrededor. Da igual que ya hayan pasado veinte años.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Cuando llegue...


Cuando llegue
a tu desván ruinoso, el desamor,
humedécele los labios
como si fuera la primera vez,
es posible que,
                        reconfortado,
prosiga su camino en la escalera,
sin detenerse en ese descansillo
donde hace tiempo ya
bajaba a trompicones el deseo.


viernes, 9 de noviembre de 2012

Día después del sábado

                                                                               Para, por, con  A.
            Aquel sábado, el mundo se derrumbó sobre sus huesos, aún tallos verdes. Quebrado y dolorido, pasó un tiempo lamiéndose las heridas, bajo la lluvia esquinada. Los equipos de rescate, vagamente familiares, lo sacaron de entre el escombro poco después. Fuera hacía sol, y el bus 9 circulaba hacia la esperanza. También olía a guisote materno y a humo de colegas. Y en la pantalla interactiva de la vida, por supuesto, Felipón seguía ganando rebotes a la soledad.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Navegador para orientarse en la rutina


             Atrévete un día a sazonar la ensalada con colacao. Prueba a bajar del autobús en cualquier parada diferente. Siéntate en los bordillos a ver las bragas de la vida cuando pasa. Lee el libro y sueña que el autor, escondido en la página trece, te está hablando únicamente a ti. Come sopa con los dedos y límpialos después en la chaqueta del uniforme de brigadier apolillado en tu memoria.
              Atrévete a imaginar que nada importa nada. O todo, todo. Observa el giro del sol hacia el sur de las conciencias oxidadas. Bebe los restos de vasos ajenos sobre el mostrador chorreante de dicha. Quema el poema que no te arañe el hígado. Empieza a intuir que sólo hay una mentira, tan inmensa que no la llegas a ver, que vives dentro de ella. Atrévete a romper. Atrévete.
              Has llegado a destino. Ahora, mientras saludas y fichas tu entrada en la oficina, recuerda que por un momento te atreviste… Por algo se empieza.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Deudas


Llamaron a tu puerta y, advertido,
no quisiste abrir,
golpearon de nuevo con urgencia
la aldaba carcomida
del óxido silente de los años,
 

inmóvil, te ocultaste
bajo el embozo, algo después
partió tu ayer de nuevo
con una pizca de resentimiento,
 

aliviado al fin, pulsaste el play
del mando a distancia, sólo faltaba
que a estas alturas de la madrugada
vinieran a cobrarte
antiguas deudas que aventaba el tiempo.