Cuando Gregorio Sánchez despertó
esa mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró convertido en Subsecretario
de Fomento. Durante todo el día trató de asimilar su nuevo estado, con incierto
éxito. A la noche, rebuscó en la estantería aquel viejo ejemplar en rústica,
icono literario de su juventud progre. Comenzó a leerlo tumbado. Se durmió en
la página diecisiete.
La mañana siguiente, Gregorio
Sánchez amaneció periodista. Pasó a ser tertuliano de prestigio mediático, orgulloso
fantoche capaz de crear, o destruir, opinión ajena. La jornada resultó ardua
también, apenas compensada por los siete minutos escasos que disfrutó la
lectura del texto interrumpido la noche anterior. Durmió profundamente.
En días sucesivos, el alba lo
atrapó convertido en ejecutivo bancario, cantante de concursos televisivos,
parlamentario con la mayoría, deportista de élite, empresario de impor-expor o
novelista comprado por el éxito, entre otras vidas, igual de ajenas. Eso sí,
todas las noches, Gregorio Sánchez leía unas páginas de aquella inquietante
fábula que le permitía dormirse pronto y en paz. En la paz de los insectos.
Entonces, Gregorio Sánchez soñaba.
Soñaba, rescatado de su atroz
vigilia, con aquellos lejanos y felices tiempos donde un ciudadano de bien sólo
podía despertarse metamorfoseado en cucaracha.
Pobre Gregorio Sánchez que despertares tan terribles
ResponderEliminarQue interesante el libro que leía Gregorio Sánchez. Un abrazo
ResponderEliminarNo había nada comparable a ella. Hacíamos el amor cada fin de semana a escondidas en la habitación. Todos los sábados por la tarde me esperaba desnuda en mi imaginación… y su pierna era irresistiblemente perfecta… No sé el porqué, pero quedé atrapado por ella. En mi memoria durante la semana aparecía el resto de la maniquí y su pierna como algo mágico y verdadero a la vez; una pierna perfectamente imperfecta que me llamaba al sexo. Cada Jueves pasaba por el mercadillo y me paraba delante de un puesto donde todo eran señoras menos yo, y me dedicaba a examinar el género concienzudamente... La pierna número nueve. Sí, esa era la que me enseñó a dar besos al aire recreándome en la imaginación mientras me revolcaba solo en la cama como un poseso. Más de una vez quise secuestrarla y arrastrarla por detrás de aquel furgón; poseerla y hacer del erotismo un arte para amar el plástico. Durante toda la semana la esperaba con impaciencia hasta que llegaba el jueves...y allí estaba: inconfundible entre sus hermanas gemelas; con un toque erótico que me volvía loco...siempre quise tocarla y abrazarla pero no encontraba la manera. A veces me hacía el distraído y al pasar por su lado arrojaba una moneda al suelo: Era el momento perfecto para acariciarla, tocar esa pierna con ese tobillo que daba la sensación de bailar un eterno tango o un baile de cancan al estilo del viejo oeste. Pero no la tocaba por miedo a sufrir múltiples orgasmos en público. Desde que la vi mi vida ha cambiado por completo. Solo tomo comida plastificada y gominolas por aquello de la goma. Incluso he excavado una especie de zulo en el cuarto de baño de casa para que sólo sea mía...solo mía...!!!que deseo más lujurioso!!. Apenas duermo, he dejado de ir a la oficina, no visito a los amigos y tampoco me tomo mi cubata de ron con coca-cola. Ella esta presente en mi pensamiento y no sé lo que voy hacer. Ayer la fotografíe con la cámara de mi móvil y ya he cargado cuatro veces la batería. Apago la luz del cuarto y aparece en la pantallita como una actriz de cine a la que yo, me entrego al onanismo puro y duro.
ResponderEliminarNo se lo que hacer doctora.--¿Doctora?---¿Me escucha doctora?(abre los ojos tumbado en el diván y ve una falda, unas piernas, unas medias. Las medias de su amor. Se lanza por ellas y del golpe se vuelve a caer de la cama. Su mujer enciende la luz y le dice...!!!Manolo!!! Estoy seriamente preocupada contigo. Te dije que no tomaras mas enfermos mentales en tu consulta porque te afecta muchísimo.
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Los despertares tienen eso, o te dejan baldado o te reactivan para todo el día...
ResponderEliminarUn abrazo, Amando
Fina
Agazapado espero como un alacrán, bajo las piedras escondido porque a la vida es lo único que le da sentido.
ResponderEliminarAbrazos compañero
De suerte que hoy me levanté lector. A ver mañana.
ResponderEliminarAbrazos, siempre abrazos.
Ese libro, donde las cucharadas soñaban ser hombres, tenía a Gregorio en la eterna duda que le hacía dormir. Porque le duraba el instante suficiente para cerrar los ojos y palpar con las antenas, el lomo de una cosa que dicen que se llama libro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizás haya peores metamorfosis que la de la cucaracha, ahora que leo tu excelente post y relato!
ResponderEliminarUn abrazo.
Y yo creía que hoy había tenido un mal despertar...
ResponderEliminarSigo andando a dos patas, saludos!
Buenísimo el final "liberador" de este texto, Amando.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
¡¡Hay tantas cucarachas de dos pies!! Con las que nos cruzamos, vivimos, negociamos, trabajamos, escuchamos... cada día.
ResponderEliminarUn besote.
Muy kafkiano tu relato,yo diría que superaste a kafka en intención...
ResponderEliminarY es que las metamorfosis actuales son mucho más traumáticas que aquella inocente cucaracha progre que soñaba con ser un día una cucaracha de provecho para la sociedad.
Saludos Armando.
Mis disculpas...quise escribir Amando.
ResponderEliminar¡Ay! Gregorio. Una cucaracha solitaria, no gregaria, es una paradoja. En caso de metamorfosis quiero ser una mariposa nocturna.
ResponderEliminarAbrazos con mis cuatro futuras alas.
Genial, Amando. Me encanta tu ironía, tocando el sarcasmo, en esas pesadillas en que disparas con la bala de la palabra, sobre esos personajes que existen en la vida real y que son verdadera pesadilla para algunos mortales.No sé qué es peor, si soñarse cucaracha o esos personajes que describes.Tal vez sean lo mismo con élitros y seis patas como única diferencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
La anti-fábula. Como siempre, prima la verdad y con tu especial forma de contar las cosas. Me gusta leerte. Besos, muchos.
ResponderEliminarEse fina" es que todo se pega eh!! Saludo.
ResponderEliminar¡¡¡AAAAH, LA REFERENCIA A KAFKA!!! Me encanta. ¡¡¡Me encanta!!!
ResponderEliminarEs genial, es genial, es genial, ERES genial.
La odiada cucaracha aquí sale mejor parada que las profesiones generadas por la desfachatez, la ambición y la hipocresía. Los nuevos monstruos da asco. Excelente.
ResponderEliminarEs asi. siendo consciente, preferible ser una cucaracha que -no personas del índole de las pesadillas de Gregorio.
ResponderEliminarTe felicito, besos ♥
tRamos
Muy lindo relato, me gustó, la famosa " Metamorfosis" jamás llegué a acabarla, en cambio tu relato es una delicia.
ResponderEliminarBesos¡
Enhorabuena , feliz semana¡¡¡
Ay y cuantos tertulianos, políticos y demás soñarán con convertirse en cucaracha (a ver si mejoran). Yo he vuelto en verso, aunque te guste más en prosa, siento no haber cogido tu consejo, pero tenía que hacérmelo en verso. Un abrazo.
ResponderEliminarhttp://elchicodelmetro.blogspot.com.es/
GENIALIDAD!!!
ResponderEliminarUN ABRAZO
Cucaracha noooo! aunque si escogemos entre político y eso...jajaja, que sentido del humor tienes.
ResponderEliminarSaludos.
Siempre sorpresayplacer leerte.
ResponderEliminarAunque te prefiero poeta, porque me identifico mas contigo.
feliz semana.
Jopé que suerte la suya! Debe ser muy divertido cambiar la rutina diaria. Me leeré el libro de Kafka, pero si amanezco cucaracha te vas a enterar...!
ResponderEliminarUn abrazo Amando
Primero decir que la imagen que acompaña a tu relato es francamente espantosa. Buff. Qué susto. Después tan solo continuaré con mi respuesta, para felicitarte una vez más por el mismo. Gracioso, sarcástico, genial, extenso vocabulario, y unas similitudes muy propias o impropias, según se mire. No sé que tal me vería yo misma repleta de hueva...( Disculpa pero es que tengo patatas en el huerto, y no he podido resistir la tentación de acordarme de las mismas tratando de jorobarme la cosecha...) Hasta las cucas hacen sus pinitos en la vida, ¡cómo no!
ResponderEliminarUn abrazo estimado Amando.