Mirarás como doblo la esquina
del callejón, mis pasos confundidos
sin encontrar tu acera,
luego irás a comprar unos pimientos,
sabes que siempre vuelvo, aunque a veces
traiga manchado el alma de alquitrán,
e incluso me supure,
oxidado, el cristal de la mirada,
ambientarás sin prisa ese hogar triste
donde hace tiempo acecha el desamor,
barrerás el rencor acumulado
en noches silenciosas,
buen
trabajo,
sonreirás, confiada en la rutina,
sabes que siempre vuelvo
y que toca paella los domingos.
Te he puesto un comentario, pero ha desaparecido. Decía que en cuestión de paellas, ojo conmigo que soy alicantino. Y lo de la botellita, podría considerarse cuando mi panorama cotidiano se aclare un poco. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarRecuerdo un poema de Juan Bonilla que hablaba de la patria y de esa sensación de pertenencia que integraba a la familia, ese lugar de afecto donde te dan paella los domingos. Y tu poema tiene unas coordenadas similares. Me encanta el poema; así que comienzo la mañana con la mejor lectura posible. La del ánimo de quien vuelve. Un saludo cordial y mi alegría por estar cerca.
ResponderEliminarImpactante poema, enhorabuena.
ResponderEliminarprefiero un asado
ResponderEliminarcomido a la sombra de la higuera
feliz 2015
Un regreso que aclara los rincones sombríos. Un abrazo.
ResponderEliminarQué tristeza el desamor amasado en la rutina...
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Laura Caro
La tristeza siempre te perfuma amigo. Serás enamorado de la ausencia y la melancolía...
ResponderEliminarCada gesto, cada recuerdo, cada pensamiento, tiene un por qué. Sentir el amor no es algo pasajero que agún día nos dice adiós más bien es, la prolongación de nuestros actos inconscientes o nuestras palabras; del silencio del pensamiento o de nuestra memoria. Siempre buscamos una explicación para descifrar la duda del desasosiego que causa el amor y el desamor...
Un día esa persona nos deja de interesar sin tristeza para volver a la vida cotidiana. Otro día llega alguien y nos sorprende incendiando nuestro corazón para volver a pedir al cielo lo eterno...Qué puedo decir si los sentimientos son universales y vivimos el amor en un mutuo sentir. Daría con creces sentirme amado y también amar hasta la última gota de mi sangre; bañarme en el cuerpo de una mujer que me cubre de caricias. Acaso sueño demasiado y el destino, todavía está por cumplir...
Esa paella tiene tristeza de lo cotidiano quizás mis palabras también...
Un saludo.
¡Qué bella esta tristeza del alma!
ResponderEliminarUn abrazo conmovido.
DEFINITIVAMENTE SOMOS "ANIMALES DE COSTUMBRES". FULL TEXTO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
¿Qué gusto tendrá esa paella en un ambiente tan mustio?
ResponderEliminarUn poema con la hermosura de la tristeza.
Besos, Amando.
Bello poema de rutinas y regresos, entre sigilosos pasos de melancolía.
ResponderEliminarUn abrazo
Amando, has escrito un amargo y bellísimo poema, que me deja el alma dolorida. Hay hogares así, donde la rutina impide la huída de una casa en la que ya no hay amor, o tal vez se vuelve porque a veces se aviva un diminuto rescoldo en cosas sencillas compartidas, como esa paella del domingo.
ResponderEliminarMi felicitación; sabes trasmitir emociones y realidades.
Un abrazo.
¿Qué elegir? la soupe à la grimace (sopa de la mueca) cotidiana o la paella dominical.
ResponderEliminarAbrazos.
Precioso poema de "amor" desde el desamor. Qué manera de diseccionar la rutina con este admirable resultado, Amando.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
Nines.
Yo diría que es un modo de fingir la felicidad, querido Amando
ResponderEliminarAbrazos
Fina
Sucede más de lo que creemos, ese irse a sabiendas de que regresamos inevitablemente, y ese despedirse tras las esquinas de los pasillos, simplemente sugestivo.
ResponderEliminarFeliz comienzo de año.
La rutina da la seguridad de que todo está igual que se deja, segundo tras segundo.
ResponderEliminarUn premio muy merecido, Amando.
Un abrazo y feliz comienzo de año.
Sabe que siempre vuelves pero no es plan dejar a la mujer y volver solo para comer la paella, :)
ResponderEliminarFelicidades por el premio!!
Un gran abrazo.
a veces ese alma manchada de alquitrán...
ResponderEliminar¿y cuantas veces esto sucede y seguirá sucediendo?, ¿que nos arrastra por los mismos caminos?---
Belleza de poema, Maestro
tRamos
Las emociones chocan entre sí como estos versos, que doblan esquinas para volver siempre a ese lugar que por muchas razones nos mantiene anclados en esa seguridad que nos ofrece la rutina, pero algunos se rebelan y como dice Recomenzar, apuestan por un asado o un bocadillo de mortadela bajo una higuera que esa paella agridulce. Uffff!! Un poema que nos recuerda que a media que vas descubriendo la vida, vas también descubriendo el valor de la paella de los domingos. Un abrazo poeta.
ResponderEliminarBonito poema. Raro es el domingo que no hago paella para comer, siguiendo la tradición de mi madre y de mi abuela.
ResponderEliminarSaludos muy flamencos,
La paella suele esconder por un tiempo el rencor acumulado...
ResponderEliminarCuando sea mayor quiero escribir como tú.
Abrazos.
Si, ya sé que siempre vuelves . Y con esos poemas tan de ntu estilo y que tanto, tanto me gustan.
ResponderEliminarCon abrazos
Las rutinas a veces son el único y verdadero anclaje a una realidad que nos consume, pero que a la vez nos alimenta.
ResponderEliminarGracias por volver con tus poemas.................
ResponderEliminarMuy bello Amando. Llega hondo. Un abrazo muy grande. Concha.
ResponderEliminarLo importante es volver, aunque a veces la paella sea la excusa perfecta. Hermoso poema lleno de melancolía. Merecido el premio. Felicidades Amando. Un abrazo
ResponderEliminarBendita certidumbre en apestosas rutinas.
ResponderEliminarUn buen poema; únicamente los poetas auténticos escriben belleza de lo ordinario y normal y tú lo eres. Gracias.
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ResponderEliminarQue buen poema, Amando, y muy triste -también ha de selo la paella aunque lleve pimientos.
Felicidades por el premio, poeta.
Abrazos y gracias por la belleza
m.
Este poema me recuerda a mi infancia, mi papá siempre pedía paella e invitaba a la familia para celebrar algún cumpleaños o casamiento un domingo. Precisamente en mi última entrada escribí sobre esa tristeza del domingo en la noche porque llega el lunes, sublime me gustó mucho :)
ResponderEliminarPoema donde la tristeza es un ingrediente más de esa paella donde se cuece la vida.
ResponderEliminarSaludos desde Tenerife.
Ojalá todos pudiésemos volver a por la paella de los domingos. Bonito poema Amando,
ResponderEliminarUn saludo.
Ojalá supiéramos diferenciar entre costumbres y rutina. Un abrazo grande.
ResponderEliminarhttp://elchicodelmetro.blogspot.com.es/
Paella los domingos
ResponderEliminarAún la recuerdo en el cambo de mi adorada Buenos Aires...
Me encanta tu melancolía
Saludos
Felicidades por los premios, muy merecidos. También por este poema. Un abrazo.
ResponderEliminarPrometes chavalillo...
ResponderEliminarAunque tardío comentario para pacientes versos, la paella y la nostalgia parecen la combinación perfecta para volver a leerte, maestro.
ResponderEliminarAbrazos siempre