Tras el fugaz encuentro, en el
momento de la despedida, ella le pidió su número de teléfono. Pretendía
llamarle todos los días, a las siete menos veinte, advirtió ilusionada.
Consciente de las consecuencias, él facilitó un móvil equivocado. No quería
correr riesgos. Ningún futuro de llamadas a hora fija podría superar la memoria
de aquel instante, la magia del infinito sugerido.
Desde entonces, a las siete
menos veinte, ella llama a diario, teclea esa colección de cifras ajenas que
conoce al dedillo. Y recibe respuesta. Cada tarde, otra voz, surgida del azar,
contesta –y alimenta en la distancia- la ajena ficción de dos desconocidos
instalada en ese ayer maquillado de imposibles.
Todas las tardes, ajeno a la
conversación inalámbrica que ella mantiene con el benevolente impostor, él
recrea por un momento la magia furtiva de un recuerdo solitario. Intuye, con el
móvil en silencio, la eternidad del amor. Un amor liberado de palabras, de llamadas
diarias, de promesas cargadas de futuro. Un amor con el número correcto,
tecleado en la agenda del pasado.
Un amor a tres bandas, justo a
las siete menos veinte, cuando alguien acepta generosamente esa llamada
equivocada, y en algún lugar quedan parados todos los relojes del olvido.
Desde el principio no comprendí la imposibilidad y el vacío de este amor... y el silencio. Ahora lo entiendo.
ResponderEliminarRemite: El suplantador.
Un abrazo Amando.
Es bello inmortalizar un amor, asi.
ResponderEliminarAbrazos.
¡ Qué bonita historia, Amando !
ResponderEliminarReal como la vida misma. Es posible que ser suplantador haya terminado convirtiéndose en una astuta estratagema sexual.
Un abrazo fuerte.
Curioso maridaje el de nuestras entradas en esta ocasión. Enlaces con palabras "porque dijimos para siempre" o quizás en silencio : " por qué dijimos para siempre"...un abrazo
ResponderEliminarBueno... muchísimo más real de lo que pueda parecer. Alimentar ilusiones nos hace más felices, por tanto más humanos y también más vulnerables, pero eso es lo de menos porque la vulnerabilidad está impresa en nuestros genes y nadie puede escapar de ella.
ResponderEliminarLa historia podría dar lugar a un largo cuento pero está perfecta así, perfecta. Para qué palabrerías ni paisajes inútiles... Un abrazo
Me pongo en su lugar y siento el miedo a volver a perder...
ResponderEliminarEl miedo a la rutina que lo destroza todo.
El impostor, otro hombre solitario...
Preciosa historia. Un abrazo
El impostor está disfrutando de un gran placer, de los regalos del amor, las palabras de aliento que ayudan a seguir soñando.
ResponderEliminarMe encantó tu relato, esa hora se me ha clavado desde ya.
Un abrazo, Amando.
Mi abuela acabo casándose con el “cartero”, un amigo del novio que le llevaba las cartas a escondidas.
ResponderEliminarSaltos y brincos
Tu imaginación no tiene límites, pero es una historia muy tangible.
ResponderEliminarCada uno con su ilusión y su fantasía.
No te piropeo, que sino te lo crees.
Besos Amando
Joder, es precioso, terriblemente triste y terriblemente injusto.
ResponderEliminarMe encanta, por cierto, cómo siempre aprovechas el mundo de las nuevas tecnologías para construir insólitas historias y poemas que nos muestran cómo de extraño puede llegar a ser el mundo de las emociones en este digitalizado siglo XXI, al igual que a veces hace, también, Ricardo. En estas líneas siento a un apasionado romántico que se enmascara a través de un recurso sucio para mantener intacto en su memoria el ideal abstracto y sublime del amor, tratando de liberarlo de la banalidad y al cotidianeidad, asumiendo que la cruel rutina (oh, destructora de la magia) y la estandarización lo convierten todo en un cliché barato. Renuncia, pues, al amor en favor del amor. Al amor de la tierra en favor del amor ideal (qué platónico, y nunca mejor dicho).
La verdad es que poéticamente uno es capaz de entender a nuestro abstracto escapista. Pero por otro lado no dejo de pensar que eso es una cabronada (con perdón).
Está genial!
ResponderEliminarBesos,
Buenísimo! Me gustó mucho! Saludos!
ResponderEliminarPreciosa historia.
ResponderEliminarMe gusta cómo has conseguido que un móvil resulte de lo más romántico.
ResponderEliminarUna historia de amores modernos, de amores sin palabras y sonidos de máquinillas. Y la has humanizado de manera tierna y entrañable.
Abrazos.
Sabía que tenía que estar aquí para no perderme tus historias. Esta tiene el sabor amargo de la mentira y esa ilusión de ella,ah pero quién sabe !!!
ResponderEliminarDe paso, precioso trabajo!!! cómo todos los que hay en tus diferentes, espacios,que leí con el mayor placer!
ResponderEliminarun abrazo enorme
lidia-la escriba
a VER, NO SE ABRE/NO SE CÓMO SE HACE,NO SÉ MUCHO DE INTERNET,SÓLO LO ELEMENTAL, LO COPIAS, Y TE LO LLEVAS, ASÍ LLEGÓ A MI, HACE MUCHOS AÑOS HA, 2010, cuando tenía el otro blog...que me jaquearon!
No dejo de pensar que el numero ofrecido no es casual, que nada es casual en este ménage à trois ¿inconsciente?
ResponderEliminarAbrazos Amando.
Una historia que plasma la ambigüedad del amor, quien prefiere vivir del recuerdo y quien pretende construir una realidad basado solo en lo que recuerda.
ResponderEliminarMuy buena entrada!!
Me gusta tu casa, con tu permiso me quedo.
Cariños….
Amar a aquel como si estuviese en otro (pero no), a veces, no hacen falta números falsos, sino que elegimos al impostor y nos le creemos.
ResponderEliminarLo malo del amor eterno, es que no llega a conocerte nunca..., tú a el sí, ya estaba en las primeras estrellas fugaces, pero ese anhelo de inmortalidad no abraza por las noches.
Un abrazo Amando.
Una historia estupenda, así suelen ser las cosas algunas veces, eso si todo es compresible. Me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarNunca sabemos lo que queremos Armando. Su primera impresión fue darle el numero equivocado para evitar una atención desmedida pero al final esa atención, o mejor dicho amor, es el que acabará echando de menos.
ResponderEliminarBella historia.
Un saludo.
Preferir, después de un acercamiento breve, por temor al compromiso, no continuar con lo que podría haber sido una historia de amor (o no, ahí está el riesgo...)y aferrarse simplemente a "un amor idealizado, inmortalizado", puede ser un acto de cobardía o bien el temor a un futuro incierto. Mejor no exponerse. Ella vivirá ilusionada, pensando en él. El impostor, intermediario de un amor ficticio y él, anhelando lo que rechazó por miedo al principio de un fin, sustenta un amor platónico cada tarde, solo. Relato original, cuidado y con muchos interrogantes al filo de la interpretación. Un abrazo
ResponderEliminarFantástico.
ResponderEliminarEstá visto que lo que unos no quieren (o pueden) otros lo aprovechan.
Saludos
Y por deseo del destino, un ser solitario encuentra a alguien que acompañe su silencio.
ResponderEliminarQuién sabe si, con el tiempo, esas llamadas se volverán visitas y algo más...
Ha estado genial.
Un abrazo.
BUENO, A VECES LA VIDA HACE EL AMOR EQUIVOCADO O QUE SE EQUIVOQUE EL AMOR. FULLLL TEXTO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
No es tan fácil como lo parece al principio para él porfiando en su amor soñado, ella mirando el reloj sin parar desde las seis. El tercero de este trío raro puede contestar, o no. Intenté tres veces mandar mi comentario a las siete menos veinte en punto, pero ya ves...
ResponderEliminarNo veo a nadie más para proponer tal situación, menos Marivaux: en su teatro nadie era lo que parecía. El Juego del amor y del azar.
Hay gente tan amable... que raya la inconsciencia. Un saludo Amando.
ResponderEliminarEl tercer personaje, en el primer contacto, pensó notificar del error por un nanosegundo.
ResponderEliminardesde entonces, cada día, a las siete menos veinte, bendice el momento en que aceptó ser quien acabó siendo.
Un abrazo.
Soy una romántica perdida y al ir leyendo lo único que agradecía es que hubieses puesto a un extraño para contestar esas llamadas. La ilusión se mantiene viva, no importa quien la alimente;ella sentirá que no hay ayeres imposibles.
ResponderEliminar¡Se viaja leyéndote y se siente!
Un abrazo
...o como mantener la ilusión del amor. Una ficción donde la palabra no equivoca el sentido. Como siempre me ha encantado, además me has dado una idea para un relato que venía buscando y no encontraba!
ResponderEliminarUn abrazo Amando.
P.S. por cierto te dejé un comentario en el post anterior que se ha volatilizado, espero no pase lo mismo en este!
Acabará ligando con el benevolente impostor.
ResponderEliminarBesos.
ResponderEliminarOriginal y como siempre hermoso y salpicado de poesía.
musu bat
Triste historia sin final feliz, aunque al leerlo cabe la esperanza de que sea persona del número equivocado sea la que finalmente haga la haga feliz.
ResponderEliminarSaludos
Por evitarnos el compromiso muchas veces nos estamos evitando la felicidad.
ResponderEliminarCuriosa historia. Mientras va muriendo una va naciendo otra. Así es la vida.
ResponderEliminarBicos.
sí muy curioso que alguien extraño acepte esa llamada todos los días a la misma hora!...a menos que...el número no sea equivocado, lo cual nos descubre en otro plano del ser.
ResponderEliminarSaludos.
Veo tu blog y me envuelve una suave melancolía que ya observé en el primer poema tuyo que leí, decido seguirte, eso sí, sin hora fija porque las siete menos veinte me parten la tarde.Te felicito.
ResponderEliminarPara tu información, no elegí profesión, creo que me eligió a mi y que a pesar de lo que tu has leído, me gusta.
Por amor todo se acepta, hasta una llamada que no es tuya, pero que se hace nuestra todos los días... El que más pierde es quién tiene la cobardía del miedo, del compromiso, de no saber si la felicidad puede llamarte a una hora determinada y ofrecer, testaruda, unas palabras que pueden cambiar las cosas, o dejarlas esperando al otro lado del teléfono. Un saludo grande Amando, sigues regalando retazos de vida en literatura bien encofrada. (No te olvides de los amigos...)
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