Al llegar al arco detector,
empecé a vaciarme los bolsillos. Primero, apareció ese niño vagamente atónito
de las fotografías. Luego un mechero inservible, varios amasijos de ilusiones, y
las llaves oxidadas de alguna cerradura que –a esas alturas- no sabía situar.
Instantes después, saliste tú
del bolsillo interior, ése que se ubica al lado del corazón. Miré sorprendido,
ya no recordaba que estuvieses allí. También fui depositando, como restos de un
naufragio, la tarjeta sanitaria –ya poca utilidad podía tener-, las ambiciones
profesionales y unas gafas de presbicia para leer la vida, que nunca supe
limpiar bien.
A esas alturas, ya
estaba casi desnudo. Fue entonces cuando me extraje a mí mismo de la trasera
del pantalón. Me contemplé, atónito, un momento, sobre la bandeja de objetos
que no podían seguir viaje. Quedé allí, confiscado junto a la cartera que
escondía alguna foto amarillenta, y el carné con esa identidad falsa que ya no
necesitaría nunca más.
Para una nueva vida hace falta desprenderse de la anterior.
ResponderEliminarUn saludo, Amando.
Juan M
¡qué pena, quedar con la cartera y el carnet!
ResponderEliminarMenos mal que tu esencia se fué, desnuda y, seguramente alegre.
Me he sentido identificada en esas llaves herrumbrosas. Genial, me gusta cuando las cosas importantes se cuentan con sencillez. Abrazos
ResponderEliminarEs como la continuación del anterior, como si ya hubiera empezado ese examen.
ResponderEliminarEstremecedor y hermoso. No sé, me imagino este momento y me gustaría afrontarlo con esa serenidad tan propia de los hombres sabios de estas tierras.
Abrazos.
Que maravilla. ¿Que te dijo San Pedro?.
ResponderEliminarAtónita me he quedado yo.
Besines Amando
Ahora estarás en un gran almacen, a ver si alguien te reclama... jaja
ResponderEliminarCuando pasé yo que confisquen mi corazón contaminado.
Genial te ha quedado.
Bicos.
Una buena limpieza para comenzar de nuevo no nos vendría mal a más de uno.
ResponderEliminarMuy tiernas todas esas cosas que guardabas en ti, recuerdos queridos que un día fueron realidad.
Buen relato.
Saludos.
Este texto es delicioso, con una imaginación que debe de haber salido de algún bolsillo invisible, que se te pasó por alto revisar.
ResponderEliminarFelicitaciones, Amando, me gustó muchísimo.
disfruto mucho leyendote Amando.
ResponderEliminarHay que desnudarse completamente para poder reconocer- se a uno mismo. Cómo no. desde luego que sí. Lo del mechero inservible está muy bien, por lo de la salud y eso... Un abrazo Amando.
ResponderEliminarEs increible, como siempre. A mi me recuerda aunque no tenga nada que ver con el texto a una frase que lei hace tiempo: "Sabrás que tienes cuarenta años cuando cada día, al levantarte, notes que siempre te duele algo".
ResponderEliminarY lo mejor es desprenderse de ello, y lo mejor es poder desprenderse de ello. Es cuando notas que estás vivo.
El abrazo lo tienes por siempre.
P.D. Voy a hacer una novela con todos tus comentarios. La mayoría valen más que los propios relatos.
Amando, me he identificado sin tener que pasar por el arco detector. Me voy a guardar en el trasero de mi pantalón.
ResponderEliminarUn abrazo de una lectora tan fiel como inconstante.
Ana A
Que placer el leerte!!
ResponderEliminarQue bein desprenderse de la identidad falsa, para quedarse solo con lo autentico, con la esencia!!
Un abrazo fuerte!!
Es verdad que cuando decidimos cambiar de vida es por una buena razón, pero no es fácil si antes no dejamos en el comino todo lo que hicimos y nos hicieron, bueno es empezar de nuevo como llegan los bebes al mundo… sin nada. Un abrazo.
ResponderEliminarTodo lo que te leo es siempre bueno y deja ese sabor que a una lectora como yo le gusta llevarse de los textos.
ResponderEliminarEs bueno, al menos para mí, no ensartarse o salir defraudada cuando toda la promesa del texto está en el título y lo que sería "la anécdota" aparece pésimamente contada.
Eso no pasa con tus textos. Siempre hay sustancia en la palabra y elegancia en la construcción.
Besote
"Cómo se pasa la vida,cómo se viene la muerte tan callando....."Siempre me sorprendes gratamente, aunque sobra decirlo ya que jamás comento lo que no me conmueve.
ResponderEliminarCómo se disfrutan tus textos.
ResponderEliminarSoltar lastre algunas veces suele doler menos en los finales o en los comienzos, o en lo que sea que debamos afrontar después del aguacero.
Me quedé empapado.
ResponderEliminarGenial metáfora de ese final irremediable.
Tal vez ese niño-vagamente atónito- ya lo intuía...
Cariños.
Me ha encantado tu originalidad a la hora de imaginarte pasando al otro lado.
ResponderEliminarUn abrazo, Amando.
FULLLLL. TUS RELATOS SON MUY INTELIGENTEMENTE CREADOS.
ResponderEliminarUN ABRAZO
O sea, que lo de San Pedro es mentira. Hasta en ese instante sublime y pavoroso estamos solos. Sinceramente, Amando, no sé qué hacemos algunos escribiendo... Supongo que los publicarás en un libro. Son justamente lo que viene bien en estos tiempos: cortos, intensos, cargados de ironía o sarcasmo... de los que cierras el libro y sigues pensando en lo que acabas de leer. Me encanta. Quiero llegar a vieja (a más vieja) y escribir como tú. Me temo que no, que tengo mi propia voz aunque la tuya me parezca mejor.
ResponderEliminarUn abrazo
Ese viaje que tarde o temprano todos emprenderemos y dejaremos a este lado todo lo vivido. A veces pienso que nos eligen la ropa cuando venimos y cuando nos vamos, que ni siquiera somos partícipes y decidímos eso en nuestra propia vida. Espero tardar mucho en pasar por el arco detector.
ResponderEliminarComo siempre me voy con una sensación agradable cuando te leo; en pocas lineas condensas una vida y, eso no lo sabe hacer mucha gente. Mi admiración Amando.
Felicidades por el premio y el relato del pintor joven es emocionante.
Un abrazo grande,
Eva.
Hola amigo.
ResponderEliminarNo llegues tarde, que la vida es bella y te puedes perder algo hermoso.
Tienes razón, una sorpresa no es comparable a Homero. Besos
Te admiro.
ResponderEliminarLos dos estamos hambrientos de realidad y nuestro mejor alimento ahora mismo es recrearnos en nuestra propia hambre, que, en efecto, es de lo más real que hemos sentido en mucho tiempo...Sed de belleza, sed de novedad, necesito cuando vengo a leerte...Y siempre vuelvo, aunque no diga nada. La mayoría prefiere los buenos restaurantes - la empresa no paga las palabras que necesita el alma - y enseñan sus reservas y su documentación al impecable recepcionista que los atenderá tras un probablemente limpio, largo, ligeramente varguardista mostrador. Deshará sus deseos donde todas las necesidades estarán de antemano imaginadas y satisfechas...
Después de eso, acudirán puntuales a las citas sin ilusiones que tiene la vida...
Ellos se lo pierden. Todavía tengo por delante otra entrada que leerte, no menos de novedad.
La liberad no se detiene por este contratiempo... ¿ De que estaba hablando ? Estoy loco.
Un abrazo fuerte.