La pantomima con escenografía de tragedia épica en que se había
convertido aquella parodia de su propia vida, le forzó a una dramática
interpretación que –dado su expresivo oficio sobre las tablas- alcanzó a
disfrazar de comedia de autor con tonos de sainete costumbrista.
Siempre le habían considerado -por su artificioso lirismo de dicción clásica y su ensayada
tendencia al absurdo- el actor idóneo para protagonizar
aquella especie de farsa a sesión única. Gesticulaba, transmutado en mimo, perpetrando burlescas astracanadas entre el patio de butacas.
Cuando, en una insólita interpretación de sí mismo, hizo mutis en mitad
del entremés, nadie supo apreciar desde la platea qué tipo de obra (qué tipo de muerte, en su caso) estaba representando. En consecuencia, el esperpento
triunfó. Obtuvo un gran éxito de crítica y público, suficiente para huir entre
ovaciones por la tramoya del Olimpo escénico.
Contiguo al escenario se encontraba el camerino para desmaquillaje
de imposturas. Abrió la puerta, se quitó la máscara, desertó para siempre del melodrama. Vagó, debutante por los ensayos,
como un novel actor de entreacto. Para él, primera figura en el libreto de la
nada, jamás se volvería a levantar el telón.
Ahora representa sesiones dobles en la barra del ambigú. Vive, al fin, fuera
del teatro.
¿Dramatizamos la vida o es la vida un drama?
ResponderEliminarPerfecta identificación del personaje consigo mismo.
Genial cierre. Supongo que todos esperamos un poco que llegue el día de encontrar la vida fuera del teatro.
Un beso Amando.
Muy buena reflexión
ResponderEliminarMe quedo en tu blog ( a ver si puedo agregarte )
Volveré con más tranquilidad a comentarte, por las tardes suelo tener tiempo para disfrutar de los escritos
Un cálido abrazo en el primer dia de abril
te espero si lo deseas en Desnundando Palabras
Todos somos actores, no importa estar en el escenario o en el gallinero. No es sencillo actuar para nosotros solamente, ignorar al público. Tu cierre de escena es colosal. Saltos y brincos
ResponderEliminarDe existir un camerino de desmaquillar imposturas debería ser como un túnel de lavado para barcos. Somos teatro, te lo dice mi personaje.
ResponderEliminarAbrazos, suyos y míos.
Aquel día John no estaba para bromas. La calle era un río de gente que hacía cola para ver su espectáculo. John, era el cómico más famoso de New Jersey por su gran habilidad de manejar el lenguaje de la forma más absurda. En el camerino, la nariz de payaso y la peluca multicolor no eran motivos de alegría sino, de la angustia de un hombre que se ganaba la vida forzando a veces su corazón para dar otra cara más alegre. La mirada se perdía más allá del espejo, donde los sentimientos formaban redes enmarañadas que solo daban angustia y soledad. Los años pasados y los recuerdos se amontonaban como si su vida fuera producto de una broma del destino...Deseaba escapar de allí y dar plantón a tantísima gente que solo les importaban las bromas que se repetían como letanías y nada más.
ResponderEliminarSu manager, Thomas Crown, era un buscafortunas que le preparaba los espectáculos más lucrativos. Entró en el camerino para decirle que era un día importante en su carrera y que había tipos "cazatalentos" esperando verle para llenarle los bolsillos de contratos en las Vegas. Pero John desde hacía un tiempo arrastraba una depresión y su mente le jugaba malas pasadas, con pensamientos extraños llenos de vacíos existenciales. A Thomas, le brillaban los ojos de avaricia y no permitía un descalabro que arruinara su sueño de sacar tajada aquella noche pero John, estaba tan cansado de su vida que solo quería echarse en una cama y que lo dejaran en paz. Thomas lo zarandeaba por los hombros y le pedía que hiciera un esfuerzo porque estaban en juego muchos proyectos...
De una cajita metálica tomó una jeringuilla para inyectarle un coktel de anfetaminas. A veces esas sustancias le salvaban la noche y también el talento. Le dió también una rallas de cocaína y John la aspiró.
Una música estruendosa anunciaba que el espectáculo comenzaba. La gente aplaudía sin parar y el telón se subió.
Lo primero que John hacía era dar un grito enorme con saltos destartalados. El grito lo dió pero se quedó quieto como una estatua. Pasó así un minuto y dos y la gente enmudeció. De su nariz brotaron dos hilitos de sangre y su cuerpo se zarandeó sin poder mantener el equilibrio. Una mujer lanzó un gritó y muchos se asombraron por ver a un hombre que se dejaba la vida de la forma más aterradora. Cayó al suelo herido de muerte y antes de morir dijo: ¡¡MAMAAAA!!...
Creo que somos completamente puros cuando nos vamos a la cama y así, desnudos de ropajes y de caracterizaciones necesarias para sobrevivir, somos realmente nosotros. Aquellos que dicen que son auténticos, libres, transparentes, más de alguna careta ocultan entre la piel y el alma.
ResponderEliminarUn abrazo siempre estimado Armando. Gracias por tu visita y por tu simpático comentario.
Como dice la canción: TEATRO, LA VIDA ES PURO TEATRO.., pero tras las bambalinas...
ResponderEliminarAbrazos
Fina
Los que más aplauden son los que más prisa tienen en marcharse.
ResponderEliminarTodos somos actores, pero yo nunca asistiría a mi interpretación.
Excelente, Amando, con esa técnica aguda que inquietantemente nos traspasa.
ResponderEliminarAbrazos fuertes.
Eso se cree él, ahora vive su propia obra en el escenario de la vida. Más libre, más el mismo.
ResponderEliminarBicos.
Qué bello lo que escribes¡¡, Amando.
ResponderEliminarUn beso¡
Retiré la máscara y me vi al espejo...
ResponderEliminarEra el niño de hace tantos años...
No había cambiado nada...
Ésa es la ventaja de saber quitarse la máscara.
Se es siempre el niño,
el pasado que queda,
el niño.
Retiré la máscara, y volví a ponérmela.
Así es mejor.
Así soy la máscara.
Y vuelvo a la normalidad como a una terminal de línea.
Fernando Pessoa / Álvaro de Campos
Depus a máscara e vi-me ao espelho...
Era a criança de há quantos anos...
Não tinha mudado nada...
É essa a vantagem de saber tirar a máscara.
É-se sempre a criança,
O passado que fica,
A criança.
Depus a máscara e tornei a pô-la.
Assim é melhor,
Assim sou a máscara.
E volto à normalidade como a um terminus de linha.
En este plató de vodevil, todos somos actores, interpretando un papel. Me ha gustado mucho cómo lo has gestionado a través de tu texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos interpretamos un papel en esta vida. Actuamos esperando el reconocimiento del público y al cubrirnos por las noches con las sábanas entramos en el plano de lo vulnerable y lo sincero. Me encantó tu entrada, profunda y dramática.
ResponderEliminarAbrazos Amando.
Algunas veces también actuamos de nosotros mismos.
ResponderEliminarUn gran abrazo, Amando.
La vida es, o así la veo yo, un eterno carnaval...
ResponderEliminarAbrazos siempre.
El desmaquillaje de imposturas es cada día más difícil hasta que queramos quitar de verdad esta capa espesa que se ha ido acumulando al hilo de los años.
ResponderEliminarPor cierto, pensé en Molière por lo que concierne estrictamente el teatro.
Te leo y viene a mi mente una frase que me parece estupenda, es de Baudelaire y dice: ·Bajad le telón. La Farsa ha terminado" Siempre me asombras, pero hoy además me apetece aplaudirte. Abrazo.
ResponderEliminarSi el show debe continuar, cada uno es muy libre de hacerlo a su manera, y encontrarse por fin agusto dentro de su propia piel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos somos actores-buenos o peores de nuestra propia vida.
ResponderEliminarCon máscara y maquillaje. Y a veces con aplausos...
Besos
Interesante tu entrada t los comentarios
ResponderEliminarme siento bien leyendote aqui
TREMENDO!! UNA IRONÍA MUY COHERENTE. RETEFULLL TEXTO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Y que duro es a veces salir del escenario y seguir siendo el personaje que debíamos interpretar. Ojalá ser más uno mismo. Un abrazo enorme Armando.
ResponderEliminarhttp://elchicodelmetro.blogspot.com.es/
El ocaso de los dioses debe de ser algo así, ¿verdad? Encasillado nadie debería vivir.
ResponderEliminarUn saludo
JM
No sé si alegrarme o no por la deserción de este mimo, por un lado supo inspirar con su vida, por otro ahora vive fuera de los teatros. Es un barman quizá, feliz de que su audiencia sean bebedores oportunos o neonatos- Pero al final sigue siendo el actor de su vida.
ResponderEliminarBuena estructura, Amando.
Saludos.
hahaha! yo pienso que resulta genial dicho chiste!
ResponderEliminarme ha echo divertir incluso leyéndolo... si se dice con gestos así como el tono idóneo no
me lo quiero imaginar... saludos.
Obtienes obtener mas investigacion disponible en mi page; rosario suarez