Levántate y anda, le dijo aquel
visionario de barba enredada y ojos anunciando divinidad. Lázaro, harto de
mentiras sobre la vida y la muerte, se puso a caminar. A media tarde, estaba ya lejos de
todo, del pueblo tapizado de adobes, de los ajados huertos, de sus hermanas
confusas. Incluso, de sí mismo.
Echó la vista atrás. De buena gana
le hubiera dado las gracias a aquel tipo estrafalario. Pero no había retrovisor
desde la memoria polvorienta. Además, el barbado dios, aprendiz a la fuerza de lo
humano, estaba pasando la reválida colgado de un madero. Suele ocurrir, cuando
se recomienda caminar a la hora de la siesta, antes que amodorrarse en el
sillón de orejas.
Bebió
un sorbo de la cantimplora, y miró hacia el horizonte incierto. Había pasado
ya el tiempo gris de los de sudarios, y nadie lo conocía por estas tierras. Peregrino, al fin. Se desperezó,
hacía tiempo que no se sentía tan liviano. Se levantó y siguió andando.
Tu Bíblico Lázaro, aun sigue andando cual Forrest Gump. Sus sandalias han sido remendadas una y mil veces y no sabe porque, pero sus antes paralizadas piernas, ahora conocen el descanso.
ResponderEliminarBravo Amando, tan sencillo y tan efectivo como siempre.
Un abrazo
Un tema muy serio, tratado bajo un prisma diferente.
ResponderEliminarUn texto valiente y arduo trabajo, nunca nadie investigó hacia donde fue Lázaro cuando salió andando.
Saltos y brincos
Irreverente y lleno de humor. ¡Me encanta!
ResponderEliminarEs saludable dar la vuelta alas tradiciones y cuentos antiguos, jeje.
Abrazos.
Cuando estaba tan lejos de todo, levanto la vista y siguio su camino.
ResponderEliminarme ha gustado mucho. abrazos
¿ Es que acaso ha dejado de tener vigencia la doctrina evangélica según la cual " el que cree en Cristo debe andar como él anduvo ?
ResponderEliminarRecomendaría este texto a los católicos que se llaman a sí mismos " no practicantes ".
Un abrazo.
No, no hay retrovisor en la memoria polvorienta, ni en las mentiras encubiertas...Simplemente perfecto.
ResponderEliminarUna vez más me ha encantado. Las siestas es lo que tienen que mezclan reerdos aún a falta de retrovisores y que escribes mejor que quieres.
ResponderEliminarMuchos besos, Amando.
fabuloso! me ha gustado el sentido del humor tácito de Lázaro, o más bien, de la vida de Lázaro el peregrino.
ResponderEliminarSaludos.
Comento sin pensarlo mucho. Me haces pensar (pues, sí, a veces pienso) en un famoso y recién peregrino que camina desde ayer. Ojála mira a su alrededor, ya sabemos que de lo teórico sabe mucho.
ResponderEliminarQuizás no hay nada de lo que digo en tu texto y es sólo un texto divertido y transgresor, que ya es algo, o quizás es un homenaje a Stéphane Hessel, "levántate, indígnate".
Pues, otra vez un texto tan rico que se puede interpretar según el estado de espíritu de cada uno.
A nuestra edad, caro amigo, uno sólo aspira a que se le levante su mirada, su corazón. Tenemos derecho a soñar, a amar...
ResponderEliminarLázaro lo que hacía era huir, y en eso consistía el milagro precisamente, que hubiera podido escapar de todo aquello.
ResponderEliminarLuego, claro, la historia la cuentan los otros. Je je.
Un abrazo Amando, sigues consiguiendo que me lea tus escritos varias veces, gracias.
Tema de controversia. El significado de "muerte" puede admitir muchas acepciones...y "morir en vida" no es bueno...por eso, la resurrección puede ser el cambio, "convertirse en un nuevo ser". No importa hacia donde vayamos y la incertidumbre de no saber que meta nos espera... Cuando no se tiene satisfacción con la vida que se lleva, no es fructífera o simplemente nos hemos estancado... hay que mirar hacia el horizonte (el futuro), quitarse las ataduras y "volver a nacer"... la pereza, puede provocar esa "muerte en vida", pero quizás, alguien nos quite la venda de los ojos, aún sabiendo que puede verse afectado. Un abrazo
ResponderEliminarTal vez Lázaro sólo necesitaba a alguien que le empujara a buscar su propio camino, alguien que le hiciera moverse y salir de su atasco vital.
ResponderEliminarUn abrazo grande,
Eva.
ResponderEliminarLevántate y anda!. Tal vez las palabras mágicas, que el mundo de ahora esté necesitando.
Abrazo.
Estaba Lázaro dormido, en su cripta de rosales a la entrada. Y un tal Jesús le animó a no rendirse al sueño.
ResponderEliminarYo le dejé dormir, por no querer empujarle desde el precipicio a la vida. Aquella que le dolía.
Un abrazo.
Caminar, seguir andando, en ese peregrinaje en el que hemos ido caminando de la mano de tu personaje.
ResponderEliminarUn beso.
"Suele ocurrir, cuando se recomienda caminar a la hora de la siesta, antes que amodorrarse en el sillón de orejas" tienes más razón que un santo. Espero que no te miren demasiado raro.
ResponderEliminarUn abrazo
Ya sabes que no entiendo a los poetas, y por lo que veo, tampoco a los pensadores. Me gusta lo que he leído pero no llego a captar la fuerza, problema mío. Vuelvo a leer y me gusta. Es como si nos indicarás que realmente creo un fantasma que anda errante.
ResponderEliminarHa sido extrañamente divertido y a la vez profundo. Y además, breve. Bonus, si breue... Es una curiosa mezcolanza de espiritualidad y terrenalidad, de lo antiguo y lo moderno, de lo informal y lo trascendente. Me gusta =)
ResponderEliminarMe gusta mucho la versión: he leído algunos micros sobre este pasaje, incluso yo misma redacte una versión en la que lázaro era un extraterrestres, jejej. pero este tiene mucha fuerza. Con el primer párrafo tan solo ya tenemos un micro excelente.
ResponderEliminarPor qué no puedo seguirte snif... abrazos.
Debo agradecer a los duendes que me devuelvan, todas juntas, las entradas que me roban de los blogs. Ahora tengo todo el mes de marzo de tus publicaciones para disfrutarlas en silencio.
ResponderEliminarA pocos días de empezar la semana de pasión, este relato me anima a destornillar los retrovisores y echar a caminar, sacudiendo el polvo del pasado... sobre todo porque no soy de siestas ;)
un abrazo (o dos)