Todos cuantos subían al tren con destino 2046 lo hacían con el mismo objetivo, recuperar la memoria perdida. Se decía que allí nada cambiaba. Nadie sabía realmente si era cierto, ninguno de los que viajaron regresó jamás. Excepto él.
Así comienza ,y termina, 2046. Entre paréntesis dos horas de imágenes compuestas con un audaz ritmo poético, dos horas de luces y sombras, de colores como versos sueltos. Dos horas alrededor de esos seres que merodean por los arrabales del amor. Wong Kar-Wai, el mismo de In the mood for love, nos vuelve a sumergir en su experimental de-cadencia visual. La iluminación y la música son de por si un prodigio buscando su hueco en el descarnado marco donde sobreviven los personajes.
Personajes subidos a ese tren de ausencias que lleva a 2046, ese lugar donde nada cambia. Ese lugar donde todos -en algún momento de nuestras vidas- hemos deseado llegar, sin tener claro si queríamos billete de ida y vuelta. Imprescindible como poesía dentro del cine, o como cine, simplemente.
http://www.youtube.com/watch?v=oH-lJhchz7o
Ese segundo párrafo es toda una golosina para quienes buscamos en el cine algo más que efectos especiales. Habrá que intentar conseguir la película.
ResponderEliminar