Llamaron a tu
puerta y, advertido,
no quisiste
abrir,
golpearon de
nuevo con urgencia
la aldaba
carcomida
del óxido
silente de los años,
inmóvil, te
ocultaste
bajo el
embozo, algo después
partió tu
ayer de nuevo
con una pizca
de resentimiento,
aliviado al
fin, pulsaste el play
del mando a
distancia, sólo faltaba
que a estas
alturas de la madrugada
vinieran a
cobrarte
antiguas
deudas que aventaba el tiempo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPero a veces no es posible.
ResponderEliminarUna tradición fecunda de ilusiones insostenibles nos viene estos días a la memoria. Mas en estos recuerdos sólo podemos creer aquellos que antes estuvimos seguros de que la vida tiene un fin, es decir, aquellos que creyeron de verdad en la vida...
ResponderEliminarUn amigo difunto decía que los hombres son de dos clases: los que sirven para los demás y los que no sirven para nada. Deja ver algo interesante la frase. Que del mismo modo que con el pasado se perdió una forma de escuchar, con el futuro se ha perdido una forma de hablar y de escribir...
Hay honrosas excepciones. Este es el caso...
El ayer... Pasado vivido... De vez en cuando vuelve...Pidiendo cuentas...También está en crisis...
ResponderEliminarEl ayer... Pasado vivido... De vez en cuando vuelve...Pidiendo cuentas...También está en crisis...
ResponderEliminarUna secuencia inquietante contada con maestría. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarHola, soy Karlos Simón, necesito que contactes conmigo con caracter de urgencia en karlos@karlossimon.com
ResponderEliminarGracias.