Clemente XI, elegido Papa a los dos meses de ser ordenado sacerdote, podría pasar a la historia como azote de jansenistas, censor del acercamiento cristiano a los cultos orientales, o mosca cojonera para jesuitas y otras órdenes del catolicismo dieciochesco.
Aquí le traigo por su divina ocurrencia de prohibir la ópera. Hay gente, incluso papas, para todo. Afortunadamente, algunos de sus cardenales burlaron la prohibición disfrazando las piezas operísticas de oratorios, camuflando bajo una presunta temática religiosa, joyas como las que recopiló en 2005 la mezzo Cecilia Bartoli en su selección titulada Opera proibita.
Te va a parecer un sacrilegio. Ha sido fantástico escuchar a la Bertolli, mientras veo el partido de tenis de la Davis. Tengo por costumbre, quitar el sonido y verlo con música de fondo. Ahora gracias a tu entrada, he podido sentir esos 'doloridos llantos' tristes, pero maravillosos para esta voz y este tiempo.
ResponderEliminarBesos, Amando
Gracias, Amando. Y te aconsejo el vino Pape Clément, un Bordeaux, para acompañar la escucha y bajar la tensión, en dosis razonable.
ResponderEliminarSe trata de otro papa, un francés, Clément V, que parece más divertido por interesarse por el vino pero que fue el que condenó a la orden del Temple. ¡Salud!
Isolda, de sacrilegios no entiendo, eso se lo dejamos al Clementito. Vale todo lo que a alguien le haga disfrutar. Y se puede mezclar el tenis y el barroco, claro que sí. Y encima, ser buena gente como tú.
ResponderEliminarCatherine, tomando un Bordeaux pierdo el sentido de lo que es una dosis razonable. No sé como acabaré, pero... ¡Vive le Papa Clément V!