Cuando
llegue
a tu desván ruinoso, el desamor,
humedécele
los labios
como
si fuera la primera vez,
es
posible que,
reconfortado,
prosiga
su camino en la escalera,
sin
detenerse en ese descansillo
donde
hace tiempo ya
bajaba
a trompicones el deseo.
El deseo a trompicones, el desamor reconfortado...¿dónde la ternura, la pasión tal vez?... fruto de los años las escaleras se hacen más duras de ascender, más peligroso el descenso... Muy bueno amigo Amando, como siempre. Un abrazo.
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