Puede que
también haya vida eterna para los destornilladores planos, pensé mientras
estrechaba la mano del subdirector gerente, al que me estaban presentando con
obligada ceremonia. Otra vez me pasa, comprobé con desagrado, otra vez.
Es inevitable, me surgen frases
incongruentes en los momentos que exigen comportamientos serios. Está
comprobado que los aniones generan bilis en invierno, recuerdo que pensé
mientras colocaban a mi hijo mayor la banda de graduado cum laude, la mermelada
de arándanos se enrancia en las primaveras húmedas, discurrí mientras aquella
danesa alcanzaba el orgasmo bajo mis labios…
Y como éstas, toda una letanía de
gilipolleces en los instantes más delicados. Por otra parte, me voy
acostumbrando a ello. Sé que no tiene cura, no me voy a molestar en consultar
al siquiatra. Además, ando algo justo de tiempo. Me está rondando por la cabeza
un pensamiento rematadamente estúpido, el más delirante y absurdo que me haya
asaltado jamás.
Mi obra maestra. Ideal, ustedes se
harán cargo, para la intachable solemnidad de ese ataúd que me aguarda.
Desde luego, eso es descolocar al personal, aunque tal vez, en muchas oasiones solemnes es lo que se debería hacer... Un saludo y ¿Buena semana, amigo!
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