Este viaje por
Transilvania está resultando espectacular, me atrevería a aventurar que divino de la
muerte. La amabilidad de los lugareños supera lo imaginable. Algunos te
observan con mal disimulada emoción, casi con
deseo, supongo que les atraen los rostros desconocidos. Parecen, en
resumen, unos tipos encantadores. Sangre de mi sangre, podría decirse sin
exagerar.
Como ejemplo, puedo presumir de que
esta noche un noble local me ha invitado a cenar en su propio castillo. Me ha
encarecido, además, que no lleve ningún tipo de vianda ni obsequio para el
anfitrión. Dice que aquí no se estila ese tipo de detalles. A pesar de todo, y
puesto que soy un tipo bien educado, he decidido que aportaré la bebida.
No te negaré que desde la primera línea de qué iba el asuno. Aún así, me ha encantado la hositlidad de estos señores y en esecial de cierto conde de Transilvania. Muy bien relatado, Amando.
ResponderEliminarUn beso fuerte, de los de esta tierra, no temas...
Bueno, por lo menos no te gastarás mucho,ja,ja. Muy bueno, como siempre.
ResponderEliminarHospitalidad, eso quise decir, jaja.
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