Y en el envés rasgado del espejo
donde al amanecer, fugaz, me miro,
hay un perfil de dicha verdecida
que remansa el frescor de los
racimos,
hay un aria de alegres sonajeros
en busca caprichosa de un oído,
una mirada ingenua, un buenos días
crepuscular, un corazón, un guiño
al as de oros oculto en la baraja,
una mancha de amor en el vestido.
Fragmento de Manual para brindar a solas en domingo, Botijo de plata, Dueñas 2008
Hace tanto tiempo que no busco la rima, ni siquiera la asonante que dota de esa suave musicalidad a los versos.
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