jueves, 26 de julio de 2012

Así lo recordarán

                    Al caer el telón, el mismo día del estreno, la ovación atronó el teatro. Desde un palco del tercer piso, el autor escuchaba la eufórica sinfonía de aplausos enfervorecidos. Embriagado de éxito, concluyó que había merecido la pena vivir para crear una obra tan majestuosa. Intuyó, complacido, que había alcanzado al fin la gloria literaria. Nada más le quedaba por hacer. Se lanzó al vacío, y su cráneo quedó reventado sobre la tarima del piso inferior, mientras los bravos se recrudecían.
                    Los medios de comunicación recogieron en portada el asombroso suceso. El productor decidió cancelar todas las representaciones, como homenaje póstumo y, para decirlo todo, también por un punto de superstición. Nadie más volvió a recordar la obra maestra, y del insigne autor sólo quedó en las hemerotecas el recuerdo de su elegante acrobacia, el vuelo de un escritor olvidado hacia la gloria del patio de butacas.

3 comentarios:

  1. Eso le queda ya a la Literatura, el refugio de la calidad efímera y volandera, sin voluntad de permanencia. Somos los últimos escritores.

    Un abrazo fuerte.

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  2. ¡Con lo que cuesta alcanzar el éxito en el mundo de la Literatura! ...
    Como siempre, una gran historia. Un saludo

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  3. Bueno, por lo menos murió en la gloria. Aunque parece que no quedó en la memoria, es que sí. Y lo que narras no es caso único, muchos autores son recordados por su suicidio más que por su obra.

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