domingo, 20 de enero de 2013

Efervescencia cotidiana


          Ábrase la caja por la solapa y extráigase el prospecto, desplegando con cuidado las solemnes dobleces del papel. Búsquense las gafas de presbicia emocional para leer detenidamente la posología recomendada. Viértase agua del grifo o embotellada, en ningún caso el subversivo alcohol, hasta llenar aproximadamente medio vaso. Desléase -se permite un leve gesto de tristeza- el contenido del sobre en el líquido elegido, hasta que no forme grumos. No debe ser motivo de preocupación si se detecta a estas alturas un cierto temblor, una brizna de angustia efervescente.
           En ningún caso, durante el proceso, se debe ceder a la tentación de mirarse por dentro. Anularía los efectos del fármaco. Luego, mientras la desazón comienza su tarea, bébase la pócima a pequeños sorbos. El paracetato soluble de realidad cotidiana no suele presentar contraindicaciones. En todo caso, es preferible no mezclarlo con poesía o música barroca. Nuestros laboratorios lo han demostrado, produce el mismo efecto que escuchar informativos, pero ahorra tiempo y, sobre todo, se digiere mejor. Especialmente en esas horas arrugadas, cuando ya no queda  nada en qué creer y, por los desvanes vencidos de humedad, nos acechan los sueños oxidados.

18 comentarios:

  1. A veces es bueno ponerse "gafas de presbicia", incluso sin que haya por medio un manual de instrucciones de letras diminutas e inteligibles, nos facilita "ver lo cercano".
    Esos desvanes vencidos, siempre pueden volver a respirar, solo hay que poner "un atrapahumedad" y para esos sueños oxidados...recomiendo una pócima especial que consiste en pulirlos de vez en cuando con realidad.

    ResponderEliminar
  2. Tal y como se están poniendo las cosas va a llegar el momento en que esto no sea una simple (aunque muy buena) entrada de blog. Las cosas están llegando a un punto que o bien nos ponemos gafas pero de las del tipo que llevaba Tete Montoliu para no ver nada, o nos arrancamos las vendas y salimos a lo que sea menester. El caso es que por mucho que uno quiera la realidad nos ataca fieramente y de nosotros depende.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Se me olvidaba, me encanta tu blog.

    Otro abracito.

    ResponderEliminar
  4. El oxido llega en la intemperie, y los sueños se deben guardar en el alma o en su auxiliar, el corazón. Una vez almacenados planchamos las arrugas con las sonrisas del espejo, dejamos de pisotear la ilusión y tiramos a la basura las pócimas.
    Saltos y brincos

    ResponderEliminar
  5. El óxido está impregnado en los corazones de algunos humanos, afortunadamente no son todos.
    Perfecto relato. Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Guardaré la receta para los momentos -pocos- de mirarme por dentro; o cuando me apetezca una sobredosis de música barroca :)

    Tres abrazos

    ResponderEliminar
  7. "En estas horas arrugadas" seguimos comulgando con ruedas de molino. No sé si hay alguna pócima para la desesperanza, en todo caso, mejor encontrarla en las propias posibilidades que en un brebaje que no sabemos qué oculta.
    Y que no falte la música, al menos la de los pájaros de la amanecida.
    Magnífico relato, Amando. Como dijo un lector tuyo hace unos días, un placer leer algo bien puntuado, que es tarea ardua para casi todos, incluida yo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. jajaajjaja es mejor ue los informativos jajaja desde luego oye vengo de mi blgog y me hiciste reir llego aqui jajaja y me haces reir uufffffffffffff....... amigo nos invita a la reflexión sinceramente mejor nos evadimos un ratito plasmando , muy bien logrado y excelente relato , gracias un abrazo desde mi brillo del mar

    ResponderEliminar
  9. Alguno te va a copiar la idea y, efectivamente, lo comercializará. Paténtalo ya, por si acaso.

    ResponderEliminar
  10. le has puesto lírica al paracetamol, que no se diga que hay poesía en todos los rincones donde queramos encontrarla, me encantó,muy original, también con su puntito de ironía, que no falte, un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Está genial el manual que nos detallas para poder colmulgar con lo que comunmente se llama ruedas de molino.
    Es increíble lo que nos han crecido las tragaderas en los últimos tiempos; a través de ellas cabe de todo. Pero me da la sensación de que ya se está llenando el estómago y es poco lo que vamos a querer tragar ya.
    Metáforas a parte vengo a conocerte, a agradecerte tus palabras y a sumarme a tus amigos si me lo permites.
    Creo que tengo mucho que aprender en tu casa y a ello me pongo.
    Un abrazo desde Pueblo poeta.

    ResponderEliminar
  12. Pastilla versus poesía y música, una elección muy difícil cuando vuelvo a la cruda realidad. Menos mal que sepa que a menudo es preciso leerte completamente al revés. Un placer regresar y descubrir varios posts de una vez.

    ResponderEliminar
  13. Una receta poética contra los desencantos de la posmodernidad.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  14. Excelente, Amando. Me ha encantado.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Cualquier parecido con la realidad es totalmente tangible....

    Me he permitido devolverte la visita a tu blog y me he encontrado un espacio muy acogedor, con buenas vistas y mejores letras. Con tu permiso te enlazo a mi pagina para seguirte de cerca y leerte con mucho gusto.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  16. jaja el ingenio busca nuevas fórmulas que combina poesía y medicina.
    Genial!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  17. Hay momentos en que se agradece lo contidiano...ahora mismo estando hecha un tembloroso suelo,ansío algo de rutina insensible.

    Sugestivo post.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  18. Brillante manejo de la metáfora vital.

    Encuentro entre líneas (a pesar de mi consabida presbicia :)) el antídoto a sueños oxidados y a realidades tóxicas.

    Posiblemente tendré que recurrir al tratamiento aunque sea como terapia coadyuvante.

    Gracias

    Un abrazo

    ResponderEliminar