Para Ángel, y para mis amigos de Betesda,
lo prometido…
¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Me vas a
sacar en el ordenador? ¿Tienes una foto mía? ¿Cuándo voy a salir? Tus
preguntas, sin respuesta, sobrevuelan las volátiles entradas de los blogs y las
páginas de los libros entintados de vanidad. Claro que puedes.
¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Te comiste
las doce uvas? ¿Dónde has pasado la nochebuena? ¿Qué te van a traer los Reyes?
Tus preguntas, sin respuesta, quedarán sobre el parqué de mi salón, cuando se
haya retirado ya el espumillón, el congelador de la ilusión esté vacío, y la rutina haya
barrido el confetti de las imposturas. Claro que puedes.
¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Te sientas a mi lado? ¿Quieres ser mi amigo? ¿Puedo ir a tu casa? Claro que puedes. Puedes, debes atronar con tus preguntas mis oídos de frecuencia sin modular. Verás, las iré guardando en una bolsa de plástico con asas al futuro, lejos del arbolito y el belén que ya nada me dicen. Serán tu regalo de Reyes para mí. ¿Quieres?, te pregunto yo, que tantas veces añoro ser como tú, ser tú. ¿Quieres?
Qué grande, Amando, y qué paz me ha dado encontrar este texto tuyo, este verdadero texto. Gracias. Un saludo.
ResponderEliminarY Ángel apareció en tu ordenador y te llenan de regalos. Así es, siempre reibes más de lo que das.
ResponderEliminarHoy los besos para ellos, uno para ti.
Dile a Ángel que me gusta su foto.Estupendo regalo de Reyes. Tu texto, Amando, es mi regalo en nuestra república donde no pasan sus Majestades. Tanta confianza y tanta candor en el trato es lo que deseemos todos, supongo.
ResponderEliminarEse ser que aparecía en la pantalla respiraba.
ResponderEliminarEse era el milagro de los Reyes Magos. Esos trucos de magia con explicación plausible.
Muy bueno. Un abrazo.
Jamás se podrá valorar lo que recibimos de personas especiales. Mientras creemos que somos nosotros quienes les damos, ellos en su infinita inocencia nos hacen valorar lo realmente importante de las personas. Gracias por tu regalo.
ResponderEliminarDos abrazos