En mitad de la vaca decisiva, la
sota de espadas atraviesa el corazón del jugador de mus y se pone en fuga. Las cartas
con figura son así, parece. Mientras la UVI móvil evacua el cuerpo desangrado,
sus compañeros debaten con angustia las posibles alternativas ante la situación
creada.
La solución encierra una incógnita
difícil de despejar. Pueden reanudar el juego, encontrar un sustituto para la
víctima… Pero, ¿cómo recomponer la baraja, ahora que uno de sus naipes –ése sí,
irreemplazable- huye del mazo, sospechoso de asesinato? ¿Cómo reanudar el juego, si falta una de esas incertidumbres de cartón con las que solemos envidar
al futuro?