jueves, 31 de enero de 2013

Hospitalidad, tapa incluída


             Créanme, en mi barrio somos especialmente hospitalarios. Nos gusta recibir a los visitantes con los brazos abiertos, es una de nuestras señas de identidad. Otra, ahora lo recuerdo, es que el camión de la basura sólo recoge aquí residuos generados por los no residentes, por los foráneos. Nosotros no lo necesitamos, se diría que somos precursores del reciclaje humano.
              Tenemos, por otra parte, en el barrio, dos locales bien pintureros. Uno es la tienda de Don Baldomero, el vendedor de adioses, que tiene la costumbre de secar almas ajenas en unas cuerdas de nailon. Y sobre todo, el bar del Gorín, con su bien merecida fama de poner las mejores tapas del mundo. Son únicas, algunos dicen que arrastran un sabor a pasados perdidos, a sueños perdidos. A seres perdidos, en cualquier caso.
              Me gusta mi barrio, lo mantengo. Lo mantendré también esta tarde, cuando vengan a visitarme el casero y el oficial del juzgado, con la orden de desahucio. He avisado a algunos vecinos, no hay problema. Fieles a nuestra consabida hospitalidad, los recibiremos con los brazos abiertos. Por lo demás, el camión de la basura está preparado, y Don Baldomero ha empezado a tensar dos cuerdas nuevas para la colada.
              Mañana no me pierdo el aperitivo en el bar del Gorín. Sospecho que habrá tapa doble.

domingo, 27 de enero de 2013

Mecánico de ocasión


              No había remedio. A la vuelta de aquel viaje finsemanero, un biombo de silencio y desamor parecía haberse instalado allí mismo, entre los dos asientos delanteros, un biombo apenas vertebrado por la palanca de cambios. Ya no se trataba de nuestras miradas, sino de sus ojeras y mi rimel. Un instante después, el monovolumen se detuvo en seco, averiado (también, pensé) en mitad de una niebla desolada. Ramón salió al arcén, desesperado, buscando auxilio. Empezó a llamar por teléfono como un poseso.
           En algún momento, mientras se encontraba especialmente alejado (recalco lo de especialmente), apareció San Antonio. Me pidió disculpas, su trabajo en estos tiempos estaba lleno de riesgos, la estadística de fracasos le estaba generando un  larvado sentimiento de culpabilidad. Arregló el coche (era mucho más fácil que buscar novio, dijo) y  saludó con un gesto ambiguo cuando me vio partir al volante. Aún alcancé a ver su perfil dubitativo, apenas un borrón en la niebla, mientras yo iba dejando atrás, en segunda, aquel biombo, el último fracaso del santo, a Ramón tecleando su móvil…  Y casi todo mi pasado, pensé mientras abatía, para siempre, el retrovisor.

sábado, 26 de enero de 2013

El lugar donde vivimos. Robert Adams.

          Aquella infancia extraviada, la carretera secundaria donde el presente es una recta sin horizonte, el tronco segado a través de un bosque de sueños. Lugares perdidos en busca de una mirada sepia que los amnistíe.

         Cualquier aparcamiento con las rayas de la vida borradas en el suelo. El niño que éramos, por supuesto, visto de espaldas. El cuarto de estar del tedio, con sillones de escay y papel pintado en la retina, en la rutina. Lugares escarbados en los bajos de la memoria.   
      
          Ramas punteando parameras de olvido, colinas tras las que ha huido el horizonte, surtidores de gasoil y soledad. Lugares despojados de ternura, huérfanos del dramatismo de los cuentos que nunca escriben los vencidos.

          Lugares.  Sin buscarlos, los encontré, ayer, en el ojo ausente de esa cámara que retrata un devenir en blanco y negro. De ésa cámara que se deja seducir por las sombras y la desolación. Ese lugar, dijo el autor acerca de uno de sus personajes, ese lugar era él, desde el amor que le profesaba.

          Lo dijo por él mismo, por mi, por todos nosotros. Ese lugar somos todos y cada uno. El lugar donde vivimos.


       (El lugar donde vivimos. Robert Adams, fotografía. Museo Reina Sofía, Madrid 2013)
http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/actuales/adams.html

jueves, 24 de enero de 2013

Del ocaso en los cafés


 
Se emborronan de ocaso las figuras
enmarcadas en la ansiedad del vidrio,
empieza a refrescar, y el camarero
intuye por oficio el desvarío
sobre la mesa seis,
                                  hay unas gotas
de alivio y ron en semejantes casos
que se mecen sobre la copa intacta, 

ella espera, como todos, un instante
oculto en la alacena del futuro,
quizá  pueda ser hoy, aún es martes
frente al escaparate de de los sueños.

                                            (Fragmento. Premio La lectora impaciente, Junio 2011)

martes, 22 de enero de 2013

Con red


              Era el único que mostraba interés por ella. Así que se enamoró de Facebook. Ante las burlas de sus nuevos amigos virtuales, pasaba el día intentando explicar a su amado cómo se sentía. Experimentó esa delictiva felicidad que hace a los enamorados recitar incesantemente la misma letanía, copiar y pegar el archivo donde se almacenan sus desvariados sentimientos.
         Repetir, copiar… Fue la primera fisura en su relación. Empezó a entristecerse cuando se dio cuenta de que su amante salmodiaba una y otra vez idéntico soniquete, como si no existiera otro horizonte para su amor. En vano intentó ampliar el abanico conversacional, aquellas tardes junto al muro. Publicó -para aquel dios en red- su desbordante pasión por los Oscar, sus conocimientos sobre filosofía post-existencial, o la mejor forma de saborear el cocido maragato. No resultó, él sólo parecía interesado en adivinar como se sentía aquella mujer cautiva. Vaya, cautiva.
          Lo peor fue descubrir que repetía a todas la misma pregunta. Y a todos, claro. Una tarde de ausencias, desengañada, dejó de frecuentarlo, renunció a aquella biografía compartida. Corolario evidente, obligada visita a un remendón de almas, medias suelas para los mocasines del amor.
          Al menos, tras su etapa de adicción sentimental, no había fronteras que cruzar. Suele ocurrir, una vez aprobada la selectividad del desamor. Ahora se comenta que ha empezado a coquetear con Twitter, que le resulta mucho más joven, más burbujeante. Y que –para calmar su fogoso deseo virtual- se acuesta con varios blogs todos los días. Para las caídas, está comprobado, es bueno tener red.

domingo, 20 de enero de 2013

Efervescencia cotidiana


          Ábrase la caja por la solapa y extráigase el prospecto, desplegando con cuidado las solemnes dobleces del papel. Búsquense las gafas de presbicia emocional para leer detenidamente la posología recomendada. Viértase agua del grifo o embotellada, en ningún caso el subversivo alcohol, hasta llenar aproximadamente medio vaso. Desléase -se permite un leve gesto de tristeza- el contenido del sobre en el líquido elegido, hasta que no forme grumos. No debe ser motivo de preocupación si se detecta a estas alturas un cierto temblor, una brizna de angustia efervescente.
           En ningún caso, durante el proceso, se debe ceder a la tentación de mirarse por dentro. Anularía los efectos del fármaco. Luego, mientras la desazón comienza su tarea, bébase la pócima a pequeños sorbos. El paracetato soluble de realidad cotidiana no suele presentar contraindicaciones. En todo caso, es preferible no mezclarlo con poesía o música barroca. Nuestros laboratorios lo han demostrado, produce el mismo efecto que escuchar informativos, pero ahorra tiempo y, sobre todo, se digiere mejor. Especialmente en esas horas arrugadas, cuando ya no queda  nada en qué creer y, por los desvanes vencidos de humedad, nos acechan los sueños oxidados.

sábado, 19 de enero de 2013

Por las veredas


 
Dijeron por la radio, o eso creo,
que brotan senderuelas en los sueños
alineados de todas las cunetas, 

eso dijeron por la radio,
                                       y yo,
que nunca escucho los informativos,
cogí aquella cesta donde están tus ojos,
traslúcidas esporas de un pasado
huido, busqué incluso
la navaja dulce de tus labios
donde entallar con mimo las quimeras, 

y salí, me fugué por las veredas,
furtivo entre los surcos de esa vida
empeñada en brotar a quemarropa.
 

 

jueves, 17 de enero de 2013

Prensa atrasada


             Tenía por costumbre leer el periódico atrasado que los camareros tiraban, al cerrar, en la puerta del restaurante. No importaba demasiado que las noticias fueran del día anterior. Al fin y al cabo, las novedades no eran sino clones impresos de las novedades de ayer, fotocopias en una vida ya contada en otro diario anterior … Lo leía sin convicción, con la desidia nocturna de quien nada espera.
             Hasta que una noche, en la página de esquelas, se enteró de su propia muerte. Por la de sucesos, supo que una cornisa desprendida lo había aplastado la noche anterior, mientras recogía el diario atrasado a la puerta de un restaurante. Por una vez, el periódico le pareció interesante. Tanto, que no vio como, sobre su cabeza, se desprendía la cornisa.

miércoles, 16 de enero de 2013

Cenicienta XXI



Qué consuelo leer
bajo el deshielo gris de la alborada,
el cuento áquel en que un zapato
ajusta en tantos pies como se sueñen, 


y que hay vida para los desahuciados
aunque suenen las doce,
                                       y la carroza
donde viaja el amor
se convierta en billete de autobús.
 

domingo, 13 de enero de 2013

Beso por ciento


            Mi primer amor se remonta a la época en que aprendíamos quebrados y porcentajes, tema que –por cierto- se me daba de maravilla. Ambos lo teníamos organizado de forma equitativa, yo la amaba con locura y ella se dejaba ayudar con las fracciones. Como muestra de gratitud, tras copiarme íntegro el exámen de cuarto, una tarde aceptó mi amor.
-Mi vida, eres mi vida, mi vida entera. Toda mi vida -subrayó, obsesiva.
                   Y rozó levemente mi mejilla con sus labios de suntuosa carnosidad. Mientras volvía a casa, minutos más tarde, empecé a calcular, creo que ya he citado mi afición por los porcentajes. Convertirme en “toda” su vida me agobiaba. Si se hubiese conformado con la tercera parte o con un cuarenta por ciento, como máximo, hubiera valido. Pero el cien por cien de una vida era demasiado. Todo dividido entre todo, la unidad absoluta. Y eso, debo confesarlo, me parecía demasiada unidad. Mientras cogía el ascensor hacia el piso interior donde dormitaban mis viejos, tomé la decisión.
               Han pasado treinta y dos años y no la he vuelto a ver. Tampoco me arrepiento, pero a veces, en las tardes nubladas, me retorna el leve roce de sus labios suntuosamente carnosos sobre mi mejilla. No sé si es exactamente eso, o algo parecido, pero me gusta mucho. Bueno, ustedes ya me van conociendo, toda esa pasión matemática... Me gusta exactamente un sesenta y tres por ciento de mucho.

sábado, 12 de enero de 2013

Noche por-venir


Esa noche sería Dios, estaba convencido,
y en todo caso, ya estaría muerto,
así que, a media tarde,
bajó a la calle para aventar los sueños,
tomar un par de vinos
y desangrar su ayer por las alcantarillas. 

Ignoraba, quizá, que en el rellano
-de retorno al presente- encontraría
una caricia entre los escalones,
unos dedos preñados de nostalgia,
puede que hasta un abrazo
impregnado de luz, y la sospecha
de que, aún estando vivos,
en las noches sin alma, Dios no existe.

viernes, 11 de enero de 2013

Las posibles (o no) vidas de Mr. Nobody

          Mientras uno no elige, todo sigue siendo posible. ¿Qué hubiera pasado si...? En su viaje de vuelta, como último humano destinado a morir, Nobody decide no elegir y vivir intensamente la experiencia que cada camino a escoger le haya deparado, bien porque lo haya escogido reflexivamente, bien porque una hoja posada en el suelo o una gota de lluvia, lo hayan determinado.

          El humo sale del cigarrillo de papá, pero nunca vuelve a entrar. Ejemplar modo de narrar una vida que son muchas, como todas las nuestras, que podrían haber sido otras diferentes. En Las posibles vidas de Mr Nobody, Van Dormael subvierte el escrito sentido de las cosas, y nos coloca delante de un espejo infinito, donde aparecen todos nuestros yos, los que somos, y los que podríamos haber sido.
                            
             
 
          Etiquetas: Ciencia-ficción, peli de culto, guión original, barroquismo visual... Desetiquetado, simplemente cine. Así no tenemos que elegir, y -por consiguiente- todo, todo, sigue siendo posible.



miércoles, 9 de enero de 2013

..., vida nueva (y 4): Coleccionar algo


                Fotos rancias en el tercer cajón del alzheimer. Rostros velados por el recuerdo de quien creímos ser. No va a resultar, me reafirmo. Bueno, coleccionar pisapapeles valdría, si hubiese papeles que pisar. Papeles, papeles… Pero quién no actúa en estos tiempos, quién no borda el papel de los afectos, quién no recibe el aplauso de ese rincón de la claque al que hemos regalado entrada en nuestras vidas. Entrada con derecho a todo, y sin puerta de salida.
                 Lo tengo decidido, sobrecitos del azúcar de los bares donde me emborraché de mí mismo. Puede ser una colección dulce, sobre todo si no se rasga nunca el papel que aprisiona las renuncias. Ocupa poco y -si agitas con nostalgia los paquetitos- se oye un rumor como de vidas ajenas, impostadas. Y, algún día, cuando ya vaya a partir el autobús sin final de línea, haces una montaña y dejas que una gota de café, levemente amargo, los convierta en esquela. Y en olvido.

lunes, 7 de enero de 2013

..., vida nueva (3): Dejar de fumar


              Ya me habían advertido que mataba. Pero pensé que se referían al tabaco, no a este absurdo ejercicio de subsistencia. Les cuento, todos los días, a esa hora indecisa de la angustia, me paro a la puerta del estanco. Veo convertirse en humo los trajes de chaqueta con bicho dentro, las miserias cotidianas hablando por el smartphone, el vacío de los cuerpos acelerados en almas de crédito. Humo, como yo, como todos.
          Voy a retirar todos los ceniceros, recuerden que es un propósito de año nuevo. Todos al arcón de la memoria. Todos, incluso el que lleva grabados los nombres que creí amar. No quiero recaer en la tentación. Algunos lo llaman vicio, pero qué sabemos nadie de adicciones, de heroicos precipicios. Otros lo llaman vida.
           Al menos, si alcanzo mi propósito, ahorraré algo. Echaré las ilusiones fingidas en el lomo de un cerdito con tedio en la mirada. Suenan muy bien cuando se agita la hucha de los sueños desahuciados. Pobre cerdito con ilusiones que son, también, humo.
           Humo. Como yo, como todos.

domingo, 6 de enero de 2013

Preguntas


                                    Para Ángel, y para mis amigos de Betesda, lo prometido…

        ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Me vas a sacar en el ordenador? ¿Tienes una foto mía? ¿Cuándo voy a salir? Tus preguntas, sin respuesta, sobrevuelan las volátiles entradas de los blogs y las páginas de los libros entintados de vanidad. Claro que puedes.
       ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Te comiste las doce uvas? ¿Dónde has pasado la nochebuena? ¿Qué te van a traer los Reyes? Tus preguntas, sin respuesta, quedarán sobre el parqué de mi salón, cuando se haya retirado ya el espumillón, el congelador de la ilusión esté vacío, y la rutina haya barrido el confetti de las imposturas. Claro que puedes.
          
           ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Te sientas a mi lado? ¿Quieres ser mi amigo? ¿Puedo ir a tu casa? Claro que puedes. Puedes, debes atronar con tus preguntas mis oídos de frecuencia sin modular. Verás, las iré guardando en una bolsa de plástico con asas al futuro, lejos del arbolito y el belén que ya nada me dicen. Serán tu regalo de Reyes para mí. ¿Quieres?, te pregunto yo, que tantas veces añoro ser como tú, ser tú. ¿Quieres?

viernes, 4 de enero de 2013

Recordarte, otro año más



Me acordé de ti esta nochevieja
sabiendo que no existes,
hacia la quinta uva,  más o menos,
puse en reset el hilo de memoria
que me conecta aún con la esperanza 

Poco después, mientras entrechocaba
vidrios silentes con desconocidos
y escuchaba reir a la impostura,
susurraste en un off de polvorones
retornos en vena, vendré, dijiste,
antes que se deshiele el sentimiento, 

hacia la madrugada comprendí el motivo,
siempre eliges fechas desoladas,
te conozco, no quieres confundirte
con las flores que, en falsas primaveras,
maquillan los ramajes de la ausencia.

jueves, 3 de enero de 2013

..., vida nueva (2): Aprender idiomas


          
             El de los sueños autistas, por ejemplo. Ojeo, hojeo, o jeo un diccionario de renuncias, que sólo tiene traducciones en un único sentido, el común. ¿Para qué sirve la gramática de lo imposible? ¿Para qué las conversaciones hacia dentro? Como empiece con preguntas de segundo ciclo, voy a coger manía a este lenguaje de vencidos. La pe con la a, tampoco. Esta vez tampoco.
           Traduzco tres tristes tigres trazan triángulos trigonometricos en un páramo de soledades. Este idioma sí es universal, y no el esperanto ése. Esperan-to (apócope de todo, en el idioma de los que nada esperan). Mejor, eso lo sabe cualquiera, me dedico al chino, que tiene más futuro.
           Al menos, probaré a enamorarme de la profesora. Mientras ella no pretenda entender mi idioma, todo irá bien. Evadido del pupitre, haré como que la beso, mientras recito que mi sastre es rico. Está tan atractiva así, con su idioma carnoso en los labios mientras yo traduzco sus deseos y memorizo, otra vez, el verbo de esta lección segunda. Comenzar. Comenzar, comenzar. Sin embargo, me deshabita el olvido. Sin traducción posible.

martes, 1 de enero de 2013

..., vida nueva (1): Hacer deporte

                     
               Ponerme en forma, tengo apuntado. Salgo a la calle. Se nota que es añonuevo por esa especie de tristeza postcoitum y los envases de olvido en los rincones. Las suelas de mis botas nuevas pierden su impoluta dignidad en un charco de remordimientos. No importa, troto un pequeño trecho. Hacia la ausencia, acaso.
             Al borde del semáforo, por ambos extremos de la calle, aguardan para cruzarse las mentiras que dije y los sueños que callé. Anhelan todavía el milagro rutinario, el muñeco verde con su feroz permiso para seguir. No me queda otra acera donde llegar. Parpadea el ámbar de mi vida, de mis vidas. Mejor voy al parque, propongo, y ya sé que me he perdido, que circulo por las aceras del extravío.
              Entre los arbustos recortados, mi infancia, otra vez caída del columpio. Es posible que le quede para siempre la huella de varios puntos suspensivos y una cicatriz en el recuerdo. Me expulsan del recinto, ya no sé decir mamapís. El retorno como única huída.
              No cogeré el ascensor, es propósito de año nuevo. Subo las escaleras como el cartero con una ilusión certificada. En el descansillo del segundo, hecha un ovillo, se agazapa mi alma. Llevo cincuenta y siete años esperando, me regaña, ya temía que no vinieras. Posiblemente no he rebajado peso, al contrario, acumulo veintiún gramos de más en el bolsillo interior del pantalón, y eso que mi alma se acuna en cualquier sitio.
               Veintiún gramos y una fotografía en la cartera que no se parece a la infancia caída del columpio. Esta afición mía por los áticos desolados. No soy el que fui, dice mi mujer, con un reproche añejo, al abrir la puerta del presente. Propósitos de año nuevo, mañana será otro día.    


lunes, 31 de diciembre de 2012

Si lo hacemos a través de diciembre


             Música para acabar 2012. Merle Haggard quedó huérfano de padre a los nueve años. Tuvo una infancia conflictiva, con amenas estancias gratuitas en diversos reformatorios. Trabajó en lo que pilló y estuvo en prisión por robo, aunque algunos opinan que su peor delito fue que Nixon lo nombrara como su cantante favorito. Pobre Merle, hay vidas en las que todo sale al revés.
 
        Uno de los top de la música country, a quien traigo aquí en estas emotivas fechas (si alguien todavía no se ha enterado de qué hablo, que mire los archivos y enlaces de su correo electrónico) no por su azarosa vida, sino por ser autor de la que pasa por ser quiza una de las mejores canciones de motivo navideño. Se trata de If we make it through december, de la que cuelgo una versión.

          Pues eso, a hacerlo, sea lo que sea, que ya queda poco diciembre.  Poco de este jodío 2012Me voy, aún tengo que comprar las uvas, quizá ya sean pasas. Gracias por estar ahí, os dejo con Haggard.
https://www.youtube.com/watch?v=Z-IJxTd8dCo

sábado, 29 de diciembre de 2012

Hombre en interior

Incluso en estas fechas, también algunos se van. O vuelven, según se mire.


                                                                                                             A Parrondo

 
Tendida, tu mirada en interior
fijaba un desconchón de soledades
por las sombras del techo suspendido,
estabas bien, no había ventanas
en la sala dieciséis del tanatorio
donde te despedi,
y habían prohibido entrar la luna llena,
 

tampoco hablamos mucho,
tu silencio de hombre en interior
reducía el valor de las palabras
a un recuerdo de polvo de carbones,
así que me marché,                         
                                 en la puerta
esquivé los jirones de esa luna
que aún se preguntaba
por qué no había ventanas en tus sueños
cegados al futuro,
                              sólo olvido
y el reflejo de cuatro cirios tristes
encuadrando a un hombre en interior.

 

viernes, 28 de diciembre de 2012

Otro cuento de navidad (diferente)

       También, por supuesto, se infiltra la navidad en el cine, ¿dónde no? Seguro que nos vienen a la memoria un montón de películas -de romanos, claro- con las que nos dormían en nuestra infancia. Luego vinieron Míster Capra y sus apóstoles, Chencho perdido en la Plaza Mayor, Santa Claus en su reno-taxi...  Afortunadamente, Berlanga sacó a Plácido de su sarcástica chistera.  Bueno, navidad de celuloide para dar y tomar.
 
        Para variar, escojo un cuento de navidad diferente. Un cuento de navidad (vale que el título no es para devanarse la sesera) del franchute Arnaud Desplechin (touché, parezco comisionista del cine francés). Fuera del título, y del planteamiento genérico (cena familiar con cuñados y primos) nada es convencional. Todo un menú de rencores, deudas impagadas y puñaladas on the rocks, salpicado por el villancico de la enfermedad, y la muerte.
 
        Y aún así, todo resulta posible, incluso una puerta abierta a los sentimientos que circulan bajo las cañerías de la indiferencia. Navidad, haz y envés, en un cuento peculiar. La mesa está puesta.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Impostora navideña


              Quisiste, ayer, sentarte a nuestra mesa. No te lo permitimos, por supuesto. Alguien tan imprudente como tú, que manifiesta ser la auténtica Navidad, desentonaría junta a nuestro cuidado árbol con espumillón y nuestros vales-regalo de felicidad. Además, arruinaría el amoroso espíritu de una celebración navideña, en eso coincidimos todos los comensales. Y encima, no maridaría bien con las cigalas, sentenció mi cuñado mientras reenviaba frenéticamente powerpoints plagados de imágenes idílicas y frases emotivas.
             No me arrepiento, creo que hicimos lo correcto. Aún así, reconozco que hubo un momento de la cena, quizá producto del exceso de brindis, donde me acordé de ti. Te imaginé tumbada en algún soportal, cubierta de cartones desechados por Papá Noel, ebria de vino de brik y abandonos. Pero convencida siempre de que eres quien dices ser. Extraviada pero terca, con esa tozudez que refuerza tu percepción de que los errados somos nosotros. Qué tontería, nosotros equivocados, nosotros impostores. Si nos hubieses visto, tan felices todos con nuestros deseos envueltos en primorosos lacitos rojos, y nuestra genuina alegría a plazo fijo.

lunes, 24 de diciembre de 2012

El Mesías de Mozart. ¿Quién soportará el día...?


     De este navidad no pasa, le pongo los cuernos a Haendel. Hoy voy a escuchar El Mesías de... Mozart. Va siendo hora de coquetear con este arreglo que, por encargo, compusiera el salzburgués en 1789, medio siglo después del estreno del oratorio por parte del angloalemán.
      Queden para eruditos y musicólogos las diferencias entre ambas versiones, aunque es de suponer que el mérito de la genialidad siempre corresponderá al creador inicial. Pero si yo hubiese sido Haendel, se me habría erizado la peluca de gusto al ser versionado por un treintañero del talento de Mozart. Y viceversa.
 
      
          Para el resto de los mortales, nos vale disfrutar ambos oratorios, y dejo como muestra el aria But who may abide the day of his coming (¿Quién soportará el día de su llegada?) que, en la versión de Wolfie, adaptó al bajo (enlace 2), en lugar de la mezzo haendeliana (enlace 1). Vamos a llevarnos bien, que es Navidad, y no polemizar entre lo bueno y lo mejor. Escuchemos ambas y, dentro de lo posible, que soportemos bien el día de su llegada. Feliz nochebuena. 
https://www.youtube.com/watch?v=AGPXqoLcsAE
https://www.youtube.com/watch?v=qAv22FThqGM

jueves, 20 de diciembre de 2012

Del libro inagotable


          Ya soy escritor. Me exhibo por infinidad de revistas literarias, cenáculos vanguardistas, asociaciones culturales, blogs a la vinagreta, poemarios autoeditados, talleres de escritura y casetas feriantes. Ya soy escritor, publico en el desbordante mercado editorial sin compradores, declamo textos en conmovedoras presentaciones ante asistentes a cuyas presentaciones asistí previamente.
            Ya soy escritor, mis blogs son saludados de forma entusiasta en las redes sociales. Mi madre presume de hijo en el aula de internet para tercera edad del ayuntamiento. Ya soy escritor, saludo, agradezco, firmo. Estrecho manos y redacto emotivas dedicatorias a desconocidos. Esto es mucho mejor que leer, dónde va a parar. De hecho, hace años que no leo una sola línea que no haya tecleado yo. Ya soy escritor, especialmente del inagotable libro de las vanidades.
            Podía seguir escribiendo aprovechando mi eufórico estado de escritor exitoso. Pero el gilipollas que me habita, hace rato que avisa  para que acabe ya. Dice que da igual, que no me esfuerce más. Total –señala, burlón-, nadie me va a leer. Así, amigos lectores inexistentes, es de ingrata la literatura.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

ELISEO PARRA, quitar pesares

                Tras cuarenta años de trabajar la música en diversos registros (rock, jazz, salsa, canción de autor...) me interesa su vertiente destinada a quitar pesares y contentar al que escucha.
          Son palabras de Eliseo Parra, folclorista vallisoletano trasplantado inicialmente a Cataluña y asentado después en Madrid. Transeúnte de casi todas las formas musicales, es quizá hoy el más genuino representante de la música de raíz, adobada, eso sí, con variadas dosis de mestizaje.
               Ejemplo de folk renovado y no por ellos menos auténtico, Eliseo considera la música como lo que se supone que es, una terapia. Una herramienta para averiguar de donde venimos (mejor no intentar averigüar donde vamos) para conocernos mejor. La música, especialmente la de Eliseo, una forma, la más alegre, la más digna, de quitar pesares. Os dejo una muestra.
http://www.youtube.com/watch?v=B4r2tassUVw

sábado, 15 de diciembre de 2012

2046, billete de ida, y acaso vuelta

              Todos cuantos subían al tren con destino 2046 lo hacían con el mismo objetivo, recuperar la memoria perdida. Se decía que allí nada cambiaba. Nadie sabía realmente si era cierto, ninguno de los que viajaron regresó jamás. Excepto él.  

            Así comienza ,y termina, 2046. Entre paréntesis dos horas de imágenes compuestas con un audaz ritmo poético, dos horas de luces y sombras, de colores como versos sueltos. Dos horas alrededor de esos seres que merodean por los arrabales del amor. Wong Kar-Wai, el mismo de In the mood for love, nos vuelve a sumergir en su experimental de-cadencia visual. La iluminación y la música son de por si un prodigio buscando su hueco en el descarnado marco donde sobreviven los personajes. 
             Personajes subidos a ese tren de ausencias que lleva a 2046, ese lugar donde nada cambia. Ese lugar donde todos -en algún momento de nuestras vidas- hemos deseado llegar, sin tener claro si queríamos billete de ida y vuelta. Imprescindible como poesía dentro del cine, o como cine, simplemente.
http://www.youtube.com/watch?v=oH-lJhchz7o

viernes, 14 de diciembre de 2012

Escalafón y reconocimientos


                  En el lugar de los hechos, el juez de guardia reconoce el cadáver. No sólo lo reconoce, sino que, por algún motivo, experimenta una inesperada sintonía, una irremediable (con)fusión con el fallecido. Al juez de guardia le asalta una tenebrosa sospecha, apenas el filamento de lo que podría ser ya certeza.
 
            Todo esto sucede justo un segundo antes de que llegue al recinto acordonado el juez de guardia sustituto. Y dos segundos antes de que éste, mientras reconoce -cómo no- el cadáver, empiece a disfrutar por anticipado su inminente ascenso.

martes, 11 de diciembre de 2012

Un guiño al as de oros


 
Y en el envés rasgado del espejo
donde al amanecer, fugaz, me miro,
hay un perfil de dicha verdecida
que remansa el frescor de los racimos,
hay un aria de alegres sonajeros
en busca caprichosa de un oído,
una mirada ingenua, un buenos días
crepuscular, un corazón, un guiño
al as de oros oculto en la baraja,
una mancha de amor en el vestido.
 
Fragmento de Manual para brindar a solas en domingo, Botijo de plata, Dueñas 2008 

 

sábado, 8 de diciembre de 2012

Documento inculpatorio


              El abajo firmante, de profesión viajero temporal, sin domicilio conocido, aprovechando una fugaz visita al presente,
DECLARA:
      -Que, harto de las patrañas recogidas en los libros de historia, decidió retornar al pasado con la presunción de modificar y alterar los hechos reconocidos como veraces, provocando –así lo creía, al menos- un vuelco en los consabidos hitos de la humanidad.
   -Que, ante el resultado infructuoso de su esfuerzo, dado que eruditos y estudiantes seguían repitiendo con desidia la impostada verdad de los textos al uso, forzó su viaje hasta alcanzar un límite generalmente reconocido, el llamado paraíso terrenal.
      -Que -lo admite con dudoso arrepentimiento- asesinó allí a la única pareja de fulanos que encontró, unos tales Adán y Eva (los cuales, dicho sea de paso, le parecieron bastante primitivos) con la loable intención de abortar de forma definitiva el devenir del género humano.
      -Que, a lo que se ve, tampoco funcionó esa táctica, o bien no eran áquellos los únicos moradores del planeta, por lo cual hoy se encuentra aquí, rodeado de inmigrantes sin papeles, en una comisaría cualquiera, confesando un crimen que nadie cree, ante un funcionario que, mientras teclea, cuadra cálculos sobre el sueldo que le van a rebajar a fin de mes. 
    -Que por tanto, a partir de ahora, viajará siempre hacia delante, con el vago temor de que las mentiras históricas viajen aún más deprisa que él mismo, y se encuentre otra vez el mismo guión impostado, la misma milonga vital.
           Lo que declara y firma en este tiempo presente, al que, lo jura, nunca volverá si no es por la fuerza de la autoridad. Como testigos de la declaración, añaden su infantil firma dos homínidos sin papeles, descendientes directos, indirectos o circunstanciales de aquellos primeros padres asesinados. Fecha y firma ut supra, que sale el AVE.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Premio CATA DEL VINO NUEVO, EL TRASCACHO

                   El sábado 1 de diciembre, en el sobrio auditorio Francisco Nieva, de Valdepeñas, se celebró la XLIV Cata del Vino Nuevo y Anochecer Poético, que organizan esos buenos tipos de la Asociación Cultural El Trascacho.
                   Allí estuve, compartiendo -otra vez- poesía con mi ya amigo Juan Lorenzo Collado, y conociendo a Manuel Quiroga y Mariano Lizcano, dos poetas hondos y sugerentes. Allí acompañamos los versos con queso, magras, chorizo y unas sabrosísimas gachas manchegas, con su tradición del sopón.
                  Y, desde luego, vino de Valdepeñas. Nuevo y viejo. De esta cosecha y de anteriores. Pero siempre vino. El valdepeñero Francisco Nieva dice que por los senderos de sus venas corre vino de Valdepeñas. Desde el sábado, como segoviano con venas surcadas de Ribera, he incorporado a mi sistema viticirculatorio una transfusión de sangre manchega, el verso más profundo de esta tierra.
             Sé que volveré con mis amigos de Valdepeñas, María José y Juanito, con la lesionada Amparo, con el ilusionado e ilusionante Juanjo Guardia. Sé que volveré con vino y poesía. Incluso, no me obliguen a elegir, sin poesía.
              El texto que da título al pequeño poemario premiado, Mapa de lugares sin ti, en la sección de Tantocuantología.

martes, 4 de diciembre de 2012

Vosotros, tan capaces...

           

                                 A Jaime, y a todos mis amigos de la Fundación Betesda, que tanto me ayudan.

            
     Ahora que han callado las fanfarrias a fecha fija de la ayuda a la discapacidad, ahora que no compartís portada en los telediarios con políticos corruptos y ególatras deportistas, ahora que ya no es Día Internacional de nada, sino simplemente martes, y hace frío...


           Ahora somos nosotros quienes, desde nuestra presunta suficiencia, deberíamos pediros ayuda. Ayuda para compartir vuestros talleres donde se pespuntan risas y muñecos. Ayuda para escuchar conciertos de lunes con los ojos cerrados y la inocencia por butaca, ayuda para volver a colocar los bolos cántabros que derriba la cotidiana ruindad de estos seres inseguros que nos autoconsideramos "capacitados".
 
 
           Ayer, un día más al año, fuisteis estrellas mediáticas. Hoy volvereis a vuestra oculta realidad donde anida la esperanza y se come a las once una manzana. Vosotros, tan capaces de exprimir una ilusión en nuestras estúpidas almas oxidadas. Tan capaces.   

lunes, 3 de diciembre de 2012

Intruso


Me colé en tu recuerdo, otra vez
intruso por otoños desconchados,
allí estaban, algo amarillentas,
dos fotos mías, junto a un mechero viejo
con la publicidad de un desengaño. 

Palabras oreándose al futuro
por tendederos con presente al viento,
poca cosa, quizá, para aquel sueño
abocetado en besos. 

                                Así que me fugué,
te cruzaste conmigo en la escalera
sin reconocerme, me saludaste
                como a quien soy, apenas un intruso
de aquel tiempo entre fotos y mecheros.
 
Intruso, del poemario Mapa de lugares sin tí, Premio Jaraiz, de la Asociación El Trascacho, en Valdepeñas.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Los Freud, del diván al caballete

   
       Lucien, nieto de Sigmund. La saga de los Freud sigue escarbando por los recovecos del género humano. Me gustaría que mis retratos fueran  de personas, y no como ellas, dijo el pintor aludiendo a su particular manera de entrar a saco en el alma de sus retratados. Me permito usurpar la frase para la poesía, que los versos sean, también, pinceladas de personas.
 
      Apenas un año después de su muerte, se puede ver una pequeña muestra de las creaciones de Lucien Freud en una exposición temporal, de entrada gratuita, en el Thyssen. Os dejo una muestra, su Reflejo con dos niños (autorretrato), con un espectacular contrapicado, así como una imagen del artista en su taller, y un enlace sobre vida y obra.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Educación para el turismo


          Este viaje por Transilvania está resultando espectacular, me atrevería a aventurar que divino de la muerte. La amabilidad de los lugareños supera lo imaginable. Algunos te observan con mal disimulada emoción, casi con  deseo, supongo que les atraen los rostros desconocidos. Parecen, en resumen, unos tipos encantadores. Sangre de mi sangre, podría decirse sin exagerar.
          Como ejemplo, puedo presumir de que esta noche un noble local me ha invitado a cenar en su propio castillo. Me ha encarecido, además, que no lleve ningún tipo de vianda ni obsequio para el anfitrión. Dice que aquí no se estila ese tipo de detalles. A pesar de todo, y puesto que soy un tipo bien educado, he decidido que aportaré la bebida.